1. El bautizo campestre (Día 4): El regreso


    Fecha: 15/05/2025, Categorías: Intercambios Autor: vule69, Fuente: CuentoRelatos

    El viaje de ida nos había dejado algo cansados, con sed y muchísima hambre… Los vejetes se sobaban las manos, pensando en la vuelta, pero como todos sabemos, las cosas rara vez pasan como las planeamos, la mayoría de las veces nos decepcionan, otras, superan nuestras más locas expectativas.
    
    I
    
    El almuerzo fue abundante y opíparo y como todo buen bautizo campestre con alcohol a raudales. Andrea bailó con los tres veteranos por largo rato. La miraba embelesado desde mi mesa cuando de improviso Elsa se sentó a mi lado.
    
    Elsa: hola guapo… quería saber si te molestaría que mañana te presentara a una prima…
    
    Yo: si es como tú, por supuesto que no me molestaría, al contrario…
    
    Elsa: jajaja si, primo… se parece a mí, pero es como 12 años más vieja, aunque no se le nota, te diré…
    
    Yo: mañana? por qué no.
    
    Elsa: echo!
    
    Elsa partió alegre. Aurelio, cansado, con el rostro enrojecido y respirando audiblemente ocupó su lugar. Con un pañuelo de tela, secaba la transpiración que bajaba por su cara copiosamente…
    
    Aurelio: Sería bueno pensar en irnos… para no tener que manejar de noche.
    
    Yo: lo que tú digas, viejito…
    
    Diez minutos más tarde, la van de Aurelio, conducida por mí, rodaba cansinamente por el enripiado camino. Andrea, sentada a mi lado, sonreía alegremente. En tanto, atrás, los tres abuelos, ebrios y agotados, dormían plácidamente…
    
    Al rato, miré mi reloj. Media hora de viaje ya y parecía menos… Andrea a poco de salir del pueblo costero, reclinó el asiento ...
    ... y segundos después de cerrar los ojos, cayó en un profundo sueño. Conducía en silencio. De tanto en tanto, desviaba la mirada con el fin de verle las piernas.
    
    Orinaba, detrás de la van por el lado del chofer, a la orilla del camino. El silencio absoluto era quebrado por el silbido del viento y el trinar de las aves. Las sombras de los álamos comenzaban a alargarse. Era momento de seguir.
    
    Al llegar a la van, noté que Andrea estaba despierta. Seguía recostada. Me recibió con una sonrisa.
    
    Yo: hola lindura… qué tal el tuto?
    
    Andrea: hola amor… rica. Tengo sed y quiero orinar.
    
    Yo: -Le sonreí.- Voy por algo para beber.
    
    II
    
    El cooler estaba en el maletero. Cómo no sabía qué deseaba beber, tomé una cerveza y una bebida. Andrea orinaba, en cuclillas a dos pasos de la van, de espalda hacia donde yo me encontraba.
    
    Al dar la vuelta, quedé hipnotizado con su redondeado culo… Sintió que la miraba o me escuchó, no lo sé. El caso es que, volteando la cabeza, señaló, -¿qué miras… acaso te gusto o te debo dinero?-
    
    Yo: -sonrojándome al ser sorprendido con cara de bobalicón, mirándole su bello culo- Me gustas, ricura… mucho y lo sabes… Nada qué ver, pero qué quieres tomar?
    
    Andrea: una cerveza, para seguir la línea, digo…
    
    Los dos: jajaja…
    
    Yo: eso es lo que tienes, chiquilla… ven para acá…
    
    Nos abrazamos y entrelazamos en un profundo y apasionado beso… Nuestras manos no podían quedarse quietas. La verga me reaccionó de inmediato y más cuando al tocarle bajo la ...
«1234...»