1. Tinny, la acompañante de los 10.000 dólares


    Fecha: 18/05/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos

    ... camarote?
    
    —Porque no sabía dónde ibas a querer dormir. Así de simple.
    
    —Freddy, la otra noche dormimos juntos.
    
    —Tina, no quiero forzar nada. Ni siquiera un beso…
    
    Aunque como ahora, me muera por besarte y abrazarte contra mi pecho.
    
    —¿Vos tenes en claro que varias personas que conoces conocen mi trabajo? Incluso he estado con algunos…
    
    —Por supuesto que lo tengo muy claro. Y no me importa.
    
    Eso que dijo y la forma en que lo dijo, terminó de bajar mis defensas. Ahora si era Tina. Y ese hombre me estaba llegando al corazón con sus palabras. De pronto me sentí frágil, indefensa. Y se lo dije.
    
    —Freddy, me quebraste. Estoy a tu merced, totalmente. Me siento frágil, estoy indefensa ante tus palabras, llegas a mi corazón de una forma que me asusta, porque nadie lo hizo. Soy yo la que te pide que me abraces, necesito sentir como la otra noche, que estoy segura en tu pecho.
    
    Me abrazo, y me recosté en su pecho. En silencio. Pasó una hora casi, y me sentía totalmente relajada.
    
    —Vamos a dormir, que zarpamos temprano. Dijo Freddy.
    
    Cerramos el yate y bajamos a los camarotes. Se paró frente a donde yo tenía mis cosas y me miró. Le dije que no con la cabeza, tomo mi bolso y lo llevo al suyo. Por el momento, lo deje a un costado, tome un conjunto de ropa interior y me di una ducha. Cuando salí del baño, él estaba acostado. Fui a la cama solo con mi tanga y el brazier. Me metí en la cama, me puse pegada a él y noté que no tenía nada de ropa. Lo miré sonriendo ...
    ... con picardía.
    
    —No te hagas una película equivocada. Siempre duermo desnudo. Dijo sonriendo.
    
    —Entonces yo también. Dije y me quite todo.
    
    Me acosté y lo abrace con todo. Yo estaba con la cabeza apoyada en su hombro, acariciaba su pecho y el mi espalda.
    
    —¿Puedo darte algo? Me pregunto.
    
    —Si, por supuesto. ¿Qué?
    
    —Placer y mi amor. Dijo y un escalofrió recorrió mi espalda.
    
    Se corrió a un lado y me hizo acostar boca abajo. Se puso sobre mis piernas y sus manos comenzaron a masajearme la espalda. El desgraciado sabía cómo hacerlo. Eran masajes y eran caricias, una mezcla explosiva. Fue desde mi cuello hasta mi cintura. Cuando terminó, corrió la melena que cubría mi nuca, y comenzó a bajar por mi columna vertebral dándome besos muy suaves a su paso. Llegó hasta el punto exacto donde terminaba mi espalda.
    
    Me hizo poner boca arriba y nuevamente se puso sobre mis piernas, sus genitales estaban sobre mi entrepierna. Ya estaba excitándome, pero verlo así, me terminó de excitar. Ahora los masajes-caricias eran en mi pecho, los costados de mis senos, mis hombros, mi abdomen, ni un roce sobre mis pechos. Interiormente lo maldije.
    
    Y como hiciera en mi espalda, comenzó a besarme desde los hombros, paso entre mis pechos y fue bajando hasta el lugar exacto. Ni un milímetro más. Yo no daba más de placer.
    
    Se acostó a mi lado, hizo que le dé la espalda y se pegó a mí, con un brazo haciendo de almohada para mí, y otro abrazándome por la cintura. Podía sentir entre mis ...
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