1. La cabrona


    Fecha: 19/05/2025, Categorías: Incesto Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    Reconozco que fui una cabrona, pero lamentarse ahora tampoco tiene demasiado sentido. Me casé hace 25 años con un divorciado. Roberto era uno de los tipos más populares de mi pequeña ciudad. Atractivo, simpático, carismático y un más que reputado empresario de la noche. Regentaba el mejor bar de copas de la zona. Con 30 años, 5 más que yo, me proponía matrimonio y yo aceptaba. El primero había fracasado estrepitosamente por distintas razones. La juventud de ambos y la vida nocturna de Roberto no casaban nada bien con la vida marital. De esta manera el divorcio fue la única salida y la hija de ambos la principal damnificada.
    
    Nuestros primeros años de vida en común fueron fabulosos. Yo estaba enamoradisima y él se entregaba en cuerpo y alma a nuestro proyecto juntos. Disfrutábamos de la vida a tope, viajábamos por todo el mundo. Nos divertíamos, éramos populares entre nuestros amigos. Todo era idílico en nuestro matrimonio.
    
    Cristina, la hija de mi marido, pasó los primeros años con su madre pero la adolescencia fue una constante guerra entre ellas, lo que provocó que viniera a vivir con nosotros. Roberto sentía adoración por su hija y yo sentía un cariño especial por ella. Aunque nunca me había planteado la maternidad por lo que mentiría si dijera que la quería como a una hija. La cuestión es que nos respetábamos y queríamos al mismo hombre, cada una a su manera.
    
    Pero el paso de los años fue desgastando el matrimonio hasta hacerlo caer en la rutina. Roberto empezó ...
    ... a perder su atractivo físico, alopecia, algún kilo de más, al tiempo que yo me agarraba a mi "juventud" a base de tonificarme en el gym. Llegó un momento en que parecía estar más cercana a la edad de mi hijastra Cristina que a la de mi marido Roberto.
    
    A mis 49 años lucía un cuerpo espectacular. Piernas torneadas y culo duro, lo que en conjunto hacía que rellenase los vaqueros o leggings de manera espectacular. Un vientre plano que solía lucir a menudo con tops y dónde destacaba un piercings en el ombligo. Mis tetas de talla 100 seguían ganando la guerra a la gravedad ayudadas por no haber parido ni amamantado nunca. Todo esto me permitía seguir usando unos escotes de vértigo. Mi melena azabache enmarcaba una cara de rasgos angulosos, ojos negros y labios carnosos. Roberto siempre me decía que tenía un atractivo sexual animal. Desprendía sensualidad a cada paso. Yo lo sabía y me gustaba explotarlo... Era una calienta pollas...
    
    Para entonces Cristina había superado la adolescencia y vivía aún con nosotros. Se había convertido en una chica muy mona. Rubita, delicada y con un cuerpo de gimnasta que la acercaba a lo que se conoce como una Lolita. A los 20 años nos presentó a su novio. Jona era un auténtico monumento. Con 23 años tenía sus 193 centímetros de anatomía cincelados en mármol. Moreno de mirada profunda y perfil griego había hecho sus pinitos como modelo. Desde el primer momento quedé maravillada con aquel adonis. Al punto de fantasear con él en algunas de mis ...
«1234...»