Dos sumisos y un perro
Fecha: 21/05/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos
Recuerdo perfectamente aquel verano, hace un par de años. Estábamos en el chiringuito de la playa tomándonos una cerveza y unos espetos de sardina, y como sin darle importancia, me dijiste:
“Cariño, mañana he quedado con dos sumisos en casa. Quiero usarlos a los dos mientras te convierto a ti en un perro. Además, uno de ellos te va a reemplazar durante 24 horas. Hará todas tus funciones, y será tú mientras uso al otro sumiso y le humillo a él. Mañana, desde que nos despertemos, te vas a convertir en un perro y te vas a comportar como tal. Inutilizaré tus manos, tendrás un plug con cola de perro, máscara de perro y por supuesto irás desnudo, sin otro adorno que tu collar. Comerás en el suelo, harás tus necesidades como un perro y no podrás sino ladrar durante 24 horas. ¿Qué te parece, mi amor?”
No lo esperaba y tuve que pegar un trago largo a mi cerveza para ordenar mis ideas antes de contestarte:
“Claro, preciosa Dómina. Haré siempre todo lo que quieras. Me parece genial tu idea”.
Te reíste y me besaste, comprobando con tu mano que tu comentario había tenido un efecto inmediato debajo de mi bañador. Mirándome a los ojos y apretando mis genitales, dijiste:
“Eres una puta perfecta, Pedro. Pienso humillarte como no te haces una idea. Quiero que tengas claro que será José quién te sustituya durante esas 24 horas, y eso significa que dormirá en nuestra habitación (aunque no en la cama), que limpiará mi pis con su lengua cada vez que vaya al baño, que me ...
... despertará lamiendo mis pies y comiéndome el coño, limpiará mi orgasmo cada vez que me corra con él o con el otro sumiso… en fin, todas tus tareas las realizará él durante 24 horas. Lo único que no hará es besarme, ni follar sin condón. Esos privilegios son y serán siempre para ti, preciosa. ¿Estás contenta?”.
Agaché la cabeza en el mismo instante que sentí una especie de bola de fuego subir por mi estómago hasta mi cabeza. Conozco bien esa sensación. Es el calor de la humillación. De la vivida o de la que viene… y en este caso, ni siquiera lo habíamos hablado antes. Te habías ocupado tú misma de organizarlo, y estaba sintiendo el calor de tu excitación organizándolo todo. De hecho, mirándote a los ojos para decirte que estaba muy contento de lo que habías organizado, vi que te mordías los labios. Lo haces siempre que estás excitada, y sin terminar tu cerveza, te bajaste del taburete y me dijiste:
“Te espero en el baño, preciosa. Me he excitado muchísimo pensando en mañana. Tengo ganas de follar contigo. Ahora”.
Y guiñándome un ojo, bajaste las escaleras del chiringuito. Yo pagué apresuradamente y fijándome que nadie se daba cuenta de lo que estábamos haciendo, bajé al baño. Me metí directamente en el baño de mujeres y llamé a la puerta que estaba cerrada. La abriste con la parte de abajo del bikini en la mano, y me la metiste en la boca, diciendo:
“¿Me lo guardas, mi amor? Además quiero asegurarme de que no haces mucho ruido mientras me follas”.
Y sin esperar ni un ...