1. Dos sumisos y un perro


    Fecha: 21/05/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... me habías convertido, me dirigí a la cocina pensando si podría aguantar. Miré el reloj de la cocina. Todavía no era ni la una del mediodía. Eso significaba que apenas habían pasado dos horas desde que todo había empezado. Suspiré y pensé en las ganas que tenías de esas 24h. Me preparé mentalmente y recordé que siempre dices que soy la mejor puta que has tenido jamás. Estaba dispuesto a no fallar. Quería hacerte disfrutar y después de intentar coger el bol con los dientes y no poder, comencé a arrastrarlo con el hocico hasta el salón.
    
    Al llegar al salón me encontré con una escena completamente diferente a la que había dejado un par de minutos antes. Tú estabas desnuda en el sofá, bebiendo agua. Mientras tanto, Luis estaba siendo follado por José, al que imaginaba que le habías concedido su premio por haber sido sodomizado por Luis. José empujaba violentamente y los gemidos de dolor de Luis inundaban toda la habitación. Casi sin mirarles, sonreíste al verme aparecer en el salón empujando el bol con mi boca.
    
    “Esa es mi chica. Veo algo distinto en tus ojos. Gracias mi amor. Ven, ponte aquí, a mis pies. Túmbate”.
    
    Y dejando el bol cerca de ti, me tumbé con mi cabeza pegada a tus bonitos pies. Echaste algo de agua en el bol y después escupiste dentro. Al hacerlo me miraste y dijiste:
    
    “Bebe, perro. Bebe y disfruta del espectáculo”.
    
    Y echándote para atrás en el sofá, te quedaste mirando cómo José le rompía el culo a Luis. Yo bebí algo de agua con tu escupitajo y me ...
    ... tumbé en dirección a los dos sumisos. Pasado un rato escuché tus gemidos y al girar el cuello vi que estabas masturbándote. Me generó muchísima frustración no poder comerte el coño en ese momento, pero probé con algo que no estaba entre las cosas que me habías prohibido. Giré mi cabeza y comencé a lamer tus pies con mi lengua. No pareció molestarte, porque no dijiste nada y seguiste masturbándote hasta que José se corrió. Entonces aceleraste el ritmo de tus dedos y te corriste tú también. Al hacerlo, le pediste a José que limpiase tu corrida, y a Luis le indicaste que fuera al baúl y te acercara una pala con nuestros nombres y también una fusta de color negro.
    
    Mientras José se esmeraba en limpiarte, Luis llegó con la pala y la fusta. Entonces, me retiraste de tu lado con una patada y me obligaste a ponerme a cuatro patas con la cabeza apoyada contra el suelo. Le diste a Luis la fusta y cogiendo la pala, exclamaste:
    
    “Este perro ha desobedecido una orden directa. Quiero que le pegues con la fusta las mismas veces que lo haga yo con la pala, pero en el lado opuesto al que golpee yo. ¿Está claro?”
    
    Luis contestó con un “Sí Señora”, y yo apreté los dientes cuando sentí el primer palazo en mi culo. Inmediatamente después sentí el fustazo de Luis. Pero era su primera experiencia azotando, y me golpeó con la vara de la fusta, haciéndome temblar de dolor. Tú no dijiste nada, y toda tu respuesta fue otro fuerte palazo exactamente en el mismo sitio en el que golpeaste la primera ...
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