1. Dos sumisos y un perro


    Fecha: 21/05/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... vez. Luis repitió movimiento, mientras yo apretaba los dientes y trataba de relajarme. Pero no podía. Tus azotes eran cada vez más violentos, y también lo estaban siendo los fustazos de Luis. Yo daba las gracias con cada golpe, y apretaba los dientes tratando de no gemir de dolor (no te gusta, me lo has dicho muchas veces).
    
    Además, mientras me estabas pegando podía ver de reojo como José seguía con la cabeza entre tus piernas, y supe a ciencia cierta que te habías excitado al pegarme y que seguías mojándote. Estuvisteis un buen rato azotándome y de pronto le dijiste a José que podía levantarse y que se acercara con Luis. Les pediste que se pusieran un collar cada uno (de hecho les pediste que cada uno se lo pusiera al otro), y que, desnudos como estaban, fueran a la cocina para preparar algo de comer. Estabas hambrienta.
    
    Nos quedamos solos y acariciaste con ternura mis marcas en la espalda, piernas y glúteos. Estaba llorando de dolor, pero no quería que lo notaras. Sin embargo, mientras me acariciabas las heridas, dijiste:
    
    “Si sigues llorando me voy a excitar y voy a follarme a uno de estos dos, así que procura contenerte, perra desobediente. Espero que en lo que te queda de vida de perra full-time aprendas a obedecer a tu Dueña. O puedes estar seguro que esto que has sentido ahora serán cosquillas comparado con lo que pienso hacer contigo. Te quiero, pero no voy a consentir que me desobedezcas. Menos aún delante de ningún sumiso. ¿Está claro, verdad?”.
    
    Ladré ...
    ... para que supieras que había entendido el mensaje, y acariciando mi cabeza me dijiste que me tumbara en el suelo a tus pies. Incluso me diste permiso para dormir si estaba cansado. Te giraste para coger el teléfono y estuviste un rato con él, sin prestarme atención así que, quizás por aburrimiento o quizás por cansancio, me debí quedar dormido.
    
    No pasó mucho rato cuando escuché el ruido de cubiertos. Estabas comiendo en la mesa del salón. En el suelo, de rodillas y desnudos estaban José y Luis. Ibas poniendo comida en tus pies, y ellos se lo comían directamente de tus pies. Al verlo sentí una punzada de envidia. Me sentí humillado. Esos eran mis pies, y nosotros comíamos muchas veces así. Me di cuenta que cada uno estaba comiendo de uno de tus pies, y que tenías una cadena corta que unía ambos collares, de modo que no podían comer a la vez, y siempre tenía que ceder uno de ellos. Normalmente colocabas la comida en uno de los pies, de forma que era el sumiso de ese pie el que comía, y el otro el que se acercaba… pero de vez en cuando ponías comida en tus dos pies a la vez, y había un momento de lucha entre ambos sumisos. Ambos querían comer de tus pies antes que el otro. Tú te reías viéndoles luchar, y les dijiste que te encantaba ver sus ganas y su ansiedad por comer a tus pies. Que te hacía sentir bien tener a dos sumisos a tus órdenes.
    
    Me miraste y te diste cuenta que estaba despierto. Entonces te levantaste y te acercaste a mi lado. Colocándote en cuclillas y enseñándome ...
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