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Adelante oprime, atrás estruja
Fecha: 22/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... de ese dinero abundante que manejaba con tanta soltura. Obviamente estaba desarrollando otra actividad más rentable, pero no confesable. Una tarde que pude acompañar a mi esposa Lucio contó que habían recibido un stock de lencería particularmente insinuante por diseño y tamaño, invitando a las mujeres a mostrar algunos modelos. Luego de la exhibición Sofía preguntó a los tres varones a quien elegían. Cuando me tocó opinar dije que a mi mujer pues a ella la miraba, no con los ojos de la cara, sino con los del corazón. Después del intercambio de opiniones, Zulema y los dos varones se fueron a preparar las cosas para iniciar el trabajo, mientras las dos mujeres se quedaron charlando conmigo. Claudia, la más desinhibida largó la pregunta que parecía venir rumiando de un raro atrás. - “Recién dijiste que en la elección vos preferías a tu mujer, eso significa que nosotras ¿no te tentamos?” - “Eso podría pasar si estuviera muerto, pero con toda suerte sigo vivo, con los sentidos sanos y con buen gusto, así que debo reconocer la tentación que ustedes me provocan”. - “Esto sí es una sorpresa, pensé que, en caso de tenerla, no lo aceptarías”. - “Soy tonto, pero no a tal extremo”. - “O sea que, sin perjuicio de la preferencia, aprovecharías otras oportunidades”. - “Sería en caso que la tentación me doblegue”. - “¿Y creés tener fuerzas para resistirte?” - “No lo sé, es una temeridad pronosticar el futuro sin haber probado la propia fortaleza”. - ...
... “Probemos ahora, y como Sofía puede tener escrúpulos por el mayor grado de amistad, comenzaré yo. Si no logro motivarte lo suficiente seguirá ella”. Sentada frente a mí abrió lentamente las piernas mostrando, al fondo en la unión de ambas, la porción de biquini con los labios vaginales marcados en la tela. Luego, haciendo a un lado cada copa del corpiño, dejó al aire los pechos con sus pezones erguidos. Todo ello observándome atentamente, intentando ver el efecto en las facciones o en la entrepierna. - “Parece que algún efecto estoy logrado”. Ahí tomé conciencia de la elevación que se iba insinuando en mi pantalón, amén de morderme el labio inferior en franca mueca de deseo. - “Sin duda, pero por ahora aguanto”. El avance, buscando mayor efecto, fue deslizar la prenda inferior hasta medio muslo, subir los pies al sillón manteniéndolos separados, como dando marco a la conchita depilada que se asomaba en el centro. - “¿Vas perdiendo el equilibrio?” - “Todavía no, aunque ciertamente algo me tambaleo”. - “Redoblaré el esfuerzo”. - “Habrá que probar”. - “Sofía ayúdame, vamos juntas a ablandar a éste que se hace el duro”. Vencida una leve resistencia, la nombrada fue imitando los movimientos, pero sin mirarme, evidenciando una cierta vergüenza. - “Y, cómo vamos, ¿continua el aguante?” - “Algo más disminuido”. - “Compañera, es hora de abrir los labios”. Cuando ambas bajaron las manos para separar lo que cubría el ingreso a la vagina, casi pierdo ...