Lluvia en Madrid
Fecha: 24/05/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: quemiedo, Fuente: CuentoRelatos
... sé qué, que me llamaba la atención. Su estado en ese momento era lastimoso, el pelo totalmente mojado, chorreando al igual que su ropa, parecía que se había arrojado vestida en alguna acequia. Ella tiene unos ojos claros, de un color no muy definido, prevaleciendo un verde claro, muy hermoso. Es baja de estatura, diría que sobre el metro sesenta, muy delgada, sin grandes curvas y un pecho pequeño, que naturalmente no se le cae, ni se le caerá. Sin contar las apetitosas nalgas que me parece te piden el sóbame. Treinta y muchos diría que es su edad, nunca lo pregunté, ni lo pregunto. Ya saben como son estas cosas.
Su camiseta la tenía totalmente empapada y adherida al cuerpo, destacando unos pezones marcados y tiesos por la lluvia fría y el nerviosismo de la incomodidad. Llevaba unos pantalones claros, tipo leggins, muy ceñidos pegados al cuerpo; no me paré a mirar con detenimiento. Un bolso en bandolera, su mano sujetaba una maletita con ruedas. Apenas llevaba maquillaje, algo de rímel que iba escurriéndose desde los ojos al principio de las mejillas, que ella intentaba controlar con un pañuelo de papel. Los labios carnosos y perfilados, daba la sensación, por momentos, que empezaban a coger un color morado, su cuerpo menudo empezaba a moverse con cierta tiritona.
—¿En la maleta llevas ropa seca? —pregunté.
—Sí, hoy empezaba mis vacaciones aquí en Madrid, la idea era alojarme en el apartamento de una amiga, me ha llamado hace nada comunicándome que viajaba ...
... urgentemente para Galicia, su padre había tenido un accidente laboral ¡Ya ves, menudo día!
Agarré su mano que estaba helada, estaba temblorosa y empezaba, ella misma a encorvarse, su situación era de asustar. En ese mismo momento tiré de ella, casi corriendo, crucé la calle hasta la puerta de entrada del hotel. Una vez en la recepción me encaminé hasta el ascensor tirando de ella, según transcurría el tiempo más se temblaba y los labios se tornaban a un morado feo. Llegamos hasta la habitación que me costó abrirla por la situación que nos encontrábamos.
—Voy al baño a prepararte una ducha caliente, vete quitándote la ropa, o mejor espero y lo haces en el cuarto de baño para evitar poner de agua perdido toda la estancia, y cuidado al entrar en la ducha no te escaldes.
Mónica quedó detrás de mí, solamente emitió un sonido gutural inteligible que no supe entender. Cuando calculé que el agua estaba a la temperatura correcta me giré para que entrara al cuarto. Pero seguía vestida, encogida y temblorosa.
—Quítate la ropa mientras busco un albornoz —la dije.
—No puedo moverme, es imposible —mientras sus dientes castañeaban de manera incontrolada.
—Está bien, te ayudo, no queda otro remedio.
Tiré de su camiseta hacia arriba a la vez estirando sus brazos, ella apenas tenía fuerza para tenerse en pie. Al sacar la prenda como pude su sujetador se deslizó para arriba, dejando a la vista sus menudas y bien puestas tetas. En el centro unos pezones tiesos y duros, por el efecto ...