Lluvia en Madrid
Fecha: 24/05/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: quemiedo, Fuente: CuentoRelatos
... del agua, la aureola muy oscura, pequeña y bien delimitada. Mantenía sus ojos cerrados, sus movimientos eran torpes y descontrolados. Me arrodillé delante y solté las tiras de las sandalias, por el efecto del agua habían quedado para el arrastre. Sus pies eran proporcionados a su altura, perfectos sin defectos ni protuberancias. Fui bajando sus pantalones evitando arrastrar con ellos la ropa interior. Estaban empapados siendo muy complicados bajárselos para extraerlos. Allí delante estaba sólo con un tanga blanco simple, sin ninguna concesión a la fantasía, un servidor de rodillas delante de ella, que seguía manteniendo sus ojos cerrados. Puse delicadamente mis dedos en las tiritas del tanga con ánimo de bajárselos, en una operación sutil por si hubiera alguna señal de rechazo. No la hubo. Al terminar la operación y sacar la prenda por los pies, elevé la vista a la entrepierna, su pubis estaba ralo poco poblado, no rasurado. Era como una pelusilla muy sexy que daba la sensación de niña traviesa que empieza a descubrir la vida.
—¡Venga, a la ducha! Cuidado no te escaldes para terminar el día.
La ayudé advirtiendo que tenga cuidado de resbalarse. A continuación, cuando observé que controlaba la situación acerqué un bote de gel y marché para el dormitorio.
—Tú me avisas cuando termines para ayudarte.
Después de un rato, no recuerdo cuanto, con voz debilitada anunciaba el final de la ducha. Me acerqué con una gran toalla blanca y la cubrí totalmente, a la vez frotada ...
... su espalda, hombros y espalda mientras ella secaba su hendidura íntima y piernas. Dándose la vuelta se percató que estaba recogiendo del colgador un enorme y acogedor albornoz, ella misma dejó caer la toalla a sus pies.
Abrazada la llevé hasta la cama apartando el edredón. Se recostó y de manera delicada la tapé.
—Descansa Mónica, voy hasta la cafetería para conseguirte algo caliente para arreglarte el cuerpo, aunque no lo necesites.
Ella mostró en su cara media sonrisa de agradecimiento cerró los ojos y acurrucándose entre las sábanas se durmió plácidamente. Con un caldito caliente me presenté en la habitación al poco rato, seguía dormida, su cara reflejaba complacencia y no quise despertarla. La cama era muy amplia y ella ocupaba un lateral mínimo, toda acurrucada. Con sigilo, en el otro lateral, me acosté evitando hacer movimientos bruscos.
A la mañana siguiente, cuando empezaba a clarear el día, desperté con cierta pereza, lo primero que vi fue su bonita cara que me miraba fijamente. Por un breve momento me pareció estar viviendo en el sueño imposible, su sonrisa en la cara me transmitió felicidad. Se la veía bien, lozana, fresca y descansada.
—Gracias de verdad, no sé qué hubiera pasado ayer, has sido como mi ángel de la guarda.
—Bueno mujer siempre queda urgencias, el Samur o el ropero de la parroquia —mientras me reía de manera socarrona.
Incorporó sugestivamente su cuerpo, desplazándose sinuosamente hasta el otro lado de la cama, dándome un suave ...