1. Aventuras y desventuras húmedas. Tercera etapa (11)


    Fecha: 25/05/2025, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    Sentado en el parque de al lado de la residencia, pensaba en el dinero que le quedaba para subsistir aquel mes. Ya le había dado su parte a Marco y este le había dejado las llaves y guiado por el pequeño cuarto. No había mucho que ver, era idéntico al de Javi, pero personalizado a su manera. Aunque obviamente el chico se llevaría sus cosas, ahora le tocaría a Sergio decorarlo.
    
    Suspiró aliviado, se libró de su primera tarea, conseguir apartamento. Fue algo rápido e inesperado, no obstante de esas oportunidades se basa la vida, muchas veces encontrarse en el lugar y el momento adecuado es lo esencial.
    
    Metió la mano en su bolsillo mientras el sol caía lentamente tras unas cuantas montañas que ensombrecerían el día antes de la hora. Sacando el móvil, buscó en la lista un número muy conocido y algo nervioso lo marcó.
    
    Siempre se atenazaba un poco cuando la llamaba, aunque sin duda esta vez era la que peor estaba. El primer tono sonó sin que supiera cómo le iba a contar todo y para cuando el segundo se escuchó a través del auricular presintió lo mal que lo iba a digerir. A kilómetros de distancia escuchó esa voz tan conocida, tan agradable y… placentera en ciertas ocasiones. Al tercer pitido, la tía Carmen había descolgado el teléfono.
    
    —¡Sergio, mi vida! —dijo con efusividad en una de las calles del pueblo lejos de los oídos de su marido.
    
    —Tía, ¿qué tal estás? —al menos dejó unas palabras cordiales antes de soltar la bomba.
    
    —Aquí estoy, en el pueblo. Acabo de ...
    ... tomar algo con una amiga y ya marcho para casa.
    
    —Tía… —hizo una pausa para tragar saliva y que Carmen se oliera que algo pasaba. Carmen era lista y supo al instante que esa entonación no traía nada bueno. Se detuvo en medio de la calle.
    
    —¿Sergio?
    
    —Ha pasado algo…
    
    El corazón de la mujer se detuvo al igual que habían hecho sus pies. En mitad del camino, aferrada al móvil, podía sentir como la piel se le helaba y la garganta se secaba con rapidez. Prefirió escuchar a hablar.
    
    —Fui con mi madre al teatro, eso ya lo sabes. —Sergio no sabía si contarle el pequeño desliz, por mucha confianza que tuvieran era algo que de momento… se ahorraría— Fue todo de maravilla, pero cuando volvimos… yo lo tenía bien guardado. Era un cajón que nunca había abierto, no sé por qué lo hizo. La cosa es que ese día le dio por limpiarlo y… encontró tu sujetador.
    
    —¿Sabe que es mío?
    
    —Sí. —pareció que Carmen iba a decir algo, Sergio siguió— Lo peor no es eso, cuando me lo enseñó… ya sabía lo que pasó entre nosotros.
    
    Carmen se apoyó en la pared con disimulo, su mente se trastocó hasta tal punto que sus ojos vieron unas luces parpadeantes al fondo de la calle. Su pie falló y se sujetó con fuerza a la pared, algún que otro transeúnte la miró, pero no era lo suficiente para ir a ayudarla, simplemente daba la sensación de haberse tropezado.
    
    —¿Cómo? ¿Co…?
    
    —Supongo que me espió el móvil, jamás lo había hecho, no sé qué le dio. Fue muy raro todo, limpió donde no lo hacía, me fisgoneó el ...
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