Un reencuentro con amigos termina en sexo y bondage (1 y 2)
Fecha: 10/06/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Necko23, Fuente: CuentoRelatos
Con veintiún años recién cumplidos sentía que mi vida era un lugar inerte y gris, carente de emociones, un continuo de casa al trabajo, sin perspectivas de cambio. Había puesto en suspenso mis estudios después de reprobar un par de exámenes de la carrera de comunicación en la UBA y realmente me sentía sin rumbo. Apenas sobrevivía como empleado en una marroquinería de la calle Florida, haciendo equilibrio entre las insinuaciones de Pedro y las exigencias de Mirta, ambos socios del emprendimiento donde yo pasaba al menos ocho horas al día acomodando carteras y cinturones o tratando de vender alguna valija.
Me sentía solo en una ciudad enorme y ruidosa, muy diferente a mi Balcarce natal. El ruido, la opulencia, el vértigo de los transeúntes me hacían sentir pequeño, acentuando mi apariencia débil a causa de un físico esmirriado. Apenas superaba al metro setenta y era delgado, destacaba de mi rostro, unos labios rojos y carnosos herencia de mi madre, Por otro lado, me había dejado crecer el flequillo lacio y castaño un poco más allá de las cejas, por tanto acostumbraba correrlo con un soplido vertical o acomodarlo pasando los dedos por mi frente. Otro detalle que desdibuja cualquier atisbo varonil eran los enormes lentes de pasta por delante de unos ojos pequeños y almendrados, huidizos al contacto visual.
En ese contexto, fue todo un suceso toparme en el subte con Juan, ex compañero de secundario en Balcarce. Pese a que en el colegio fui víctima de algunas de sus bromas, ...
... el estar lejos en una metrópoli desconocida implícitamente derrumbó cualquier resquemor o distancia. Conversamos durante el trayecto de seis estaciones y me enteré de que había entrado a la policía de la ciudad y que vivía junto a Carlos (otro compañero de aula) en un pequeño departamento por la zona de Congreso. Por supuesto, intercambiamos teléfonos y quedamos de juntarnos el sábado a tomar algo y recordar nuestro pago.
No fue difícil dar con la dirección, de hecho lo encontré a Carlos cuando entraba al edificio, lo chisté y nos dimos un abrazo como si fuéramos consanguíneos. Subimos las escaleras tres pisos entre risas: el departamento era una cocina comedor amplio, el baño y dos dormitorios; antes de preguntar cómo podían bancar semejante piso, Carlos aviso que era propiedad de sus padres y el solo pagaba las expensas y los servicios.
Tomamos varias cervezas entre papas y manises, nos mostramos fotos por celular, recordamos perdidos y ausentes del pueblo, alguna que otra maldad de antaño, fue un momento grato. Se hizo de noche, la cerveza me había pegado por tanto me recosté sobre un sofá destripado mientras Juan y Carlos juagaban con la play. Me levanté y miré la hora, era casi medianoche; estaba a punto de pedir un auto cuando Juan me dijo que no había problema en quedarme a dormir, que el sofá estaba libre. Pensé que iba a ser difícil dormir allí, pero Carlos volvió a insistir, inclusive me ofreció un short para estar cómodo. Finalmente, mi tendencia a conceder ...