Mi tía milf
Fecha: 15/06/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos
... balanceándose hipnóticamente como seduciendo a quien los mirase para comérselos.
Me ponía muy caliente, tenerla en la misma casa y solo ver el manjar sin poder probarlo era una tortura. Sí tan solo no fuese tan avariciosa e interesada, seguramente tendría una oportunidad con ella, pero al ser tan ególatra solo me permitía un par de saludos por día y en el mejor de los casos una muy corta charla ocasional.
Intentando alejar pensamientos lujuriosos de mi mente, retomé mi actividad digital dejando de lado mis instintos más bajos, al menos hasta que mi tía tomara camino de regreso a su habitación.
Aquel aroma de mujer llenaba la casa apenas abrir la puerta del baño y dejar escapar todo el vapor que atacaba cada rincón para impregnar su olor femenino. El olor de aquella mujer que desfilaba engreída frente a mí, con su cabello envuelto en toallas y su bata blanca, completamente desnuda bajo esta.
Incapaz de apartar la mirada, le seguía de cerca cada detalle de sus movimientos, como si la vida me pasara en cámara lenta, desde su andar por la estancia principal hasta las escaleras. Paso por paso, uno a uno cada peldaño, hasta que, de pronto, un mal movimiento hizo que una de sus pantuflas se atorase en un escalón provocando una de las caídas más graciosas que jamás he presenciado.
Gracioso sí, pero el golpe fue fuerte y aparatoso, por lo que me contuve la carcajada y me apresuré a socorrerla forzando mis labios a no esbozar una sonrisa.
-¿Se encuentra bien? -Le ...
... Pregunté con tono preocupado, y quizá un poco exagerado.
–Creo que me he lastimado la cintura. -Me respondía adolorida y enfadada consigo misma. Acto seguido metí mi mano por debajo de sus rodillas y la otra por su espalda para cargarla hasta su dormitorio.
Una vez ahí, la recosté sobre su cama mientras ella me agradecía y se acomodaba su bata para no dejarme ver más piel que las de sus bellas pantorrillas, cuando se recostaba de espaldas a mí. Entonces mi boca cobraba vida propia y le pregunté si me permitía revisarla para determinar si había tenido alguna torcedura importante, y antes de que me respondiera, la tomé una vez más por la cintura para evitar que se recostara de frente a mí, reacomodándola para que se extendiera en su cama boca abajo. Comencé a tocarla, o más bien a tentarla como si fuese de cristal.
En cierta forma sí le temía un poco a su reacción, por ello actué con mucha cautela y respeto. Deslizando su bata para despejarle la espalda, mientras presionaba sus músculos de la espalda y de la cintura intentando saber si tenía alguna molestia más allá del golpe, también hundía profundo en sus huesos para tentar una posible fractura.
Ya más tranquilo al tener la certeza de que no se trataba de nada serio, estaba a punto de dejarla tranquila para que descansara, pero algo me detuvo. Y es que estaba ahí, en su recamara con mi tía semidesnuda debajo de mí, prácticamente a mi merced y yo desperdiciando la oportunidad. Así que seguí.
No pretendía nada, solo ...