Mi tía milf
Fecha: 15/06/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos
... alturas ya estaba tan caliente que no quise perderlo. Sin darme por vencido astutamente regresé mis manos a su espalda y de paso evitando que se levantara restregándola firmemente de vuelta al colchón de su cama.
Sabía que la suerte se me acabaría tarde que temprano, así que me apresuré a sacarle jugo al momento agasajándome con el hermoso cuerpo contorneado de mi tía, dejando un poco de lado aquel precioso y respetuoso masaje inicial. Entonces me regresé a su cuello y tras masajearlo un poco me atreví.
-¿Crees que podrías girarte? –Le pregunté apostando el todo o nada.
-¿Cómo? –Me respondió astutamente.
-Girar tu cabeza hasta el borde de la cama. –Le expliqué, dado que su cuello me quedaba muy lejos, casi en la cabecera.
Dudó. Seguro que se lo pensó. Bien sabía que de aceptar me estaría dando banderazo verde. Sin embargo cuando le expliqué que así podría enderezar sus cervicales parece que me lo creyó, pues acepto sin decir palabra alguna.
En parte no mentía, conozco un movimiento que ayuda a corregir la columna, la excusa no se mandaba a ciegas. De cualquier forma, mi tía se giraba cual manecilla de reloj, eso sí, cuidando en todo momento no mostrar nada, cubriéndose su trasero con la bata y su pechos con su mano, hasta rotarse ciento ochenta grados intercambiando sus pies y cabeza, la cual sacaba al borde de la cama, dejándola colgando libremente ante mis manos que se apresuraban a continuar con lo suyo.
Asegurándome de cubrir mi cuartada, sujeté su ...
... cuello firmemente con ambas manos y le he dado unos fuertes jalones como queriendo desprender su cuello, extremando cuidado de hacerlo correctamente para no lastimarla. Enseguida regresé a su columna para continuar con el masaje y así prolongar aquel glorioso momento.
De nuevo, poco a poco me inmiscuía bajo su bata, entremetiendo mis dedos cada vez más, intentando tocar aunque fuese un poco su par de dulces bombones a escasas pulgadas de mí.
Haciéndome el tonto, por fin conseguía rozar sutilmente las fronteras de su espalda saboreando con las yemas de los dedos aquella nueva piel, suave y tibia cual esponjosos algodones de azúcar.
Mi corazón bombeaba ferozmente, sentía que se me fugaba el aliento, estaba caliente como nunca, al tener literalmente aquel escultural cuerpo en mis manos, cuales temblaban incontrolablemente al deslizarlas con suavidad y cariño una y otra vez, atreviéndome a conquistar más y más piel nueva ya casi por completo de su exquisita colita.
Mirando de tanto en tanto las reacciones de mi tía, esperaba que en cualquier momento saltara enfurecida maldiciendo mi descarado atrevimiento. Pero sorprendentemente ella no decía palabra, dejándome camino libre para tocar, ahora sí, todas sus nalgas con todo descaro cual se agarran un buen par de melones, tiernos y jugosos.
Sin saber cómo, en un momento ya me encontraba manoseando las posaderas de mi tía, disfrutando su consistencia y dureza con tanta delicadeza como me era posible, disimulando con ...