1. Mi tía milf


    Fecha: 15/06/2025, Categorías: Incesto Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... quería prolongar el momento, por lo que continué tocando los músculos de su espalda, ahora sin miedo, más bien le estaba dando un masaje relajante, son la excusa de hacer que se olvidara del dolor. Sería, según yo, lo que le diría si llegaba a cuestionarme por mi atrevimiento. Pero mi tía no decía nada.
    
    Todo estaba en silencio y yo tenía a mi tía en mis manos, literalmente. Sabía que me había dejado
    
    camino libre para ir más allá de una simple revisión profesional, y yo, no queriendo desperdiciar la oportunidad, subí rápidamente las manos hasta su cuello para masajearle esta parte, deslizando deliberadamente su bata todavía más, a medida que recorrían su espalda firmemente, pero mucha delicadeza, bajando hasta su cintura, desnudando su espalda.
    
    Mientras me esforzaba por relajar cada musculo de su escultural cuerpo, no dejaba de observar los sutiles cambios en su actitud, como cuando estiraba sus manos y pies, finalmente sucumbiendo a mis caricias. Entonces dejé de lado mi profesionalismo un momento y le tomé la mano. La sujeté con cariño, pero con cierta firmeza y comencé a masajearla. Cada dedo, su palma, su muñeca y antebrazo hasta llegar de nuevo a su espalda, para hacer lo mismo con el otro brazo.
    
    Siguiendo con la misma tranquilidad, pericia y paciencia, continué el camino desde sus hombros, pasando por su espalda, hasta regresar a su cintura, desnudando su piel a medida que avanzaban mis manos tras de ella.
    
    Una y otra vez recorría su columna aventurándome ...
    ... cada vez más lejos, llegando a rosar sus firmes y suaves nalgas. Me tentaba a manosear de más, pero sabía que el tiempo apremiaría y me decidí por saltarme este lugar que ahora era la única parte de su cuerpo cubierta por su bata, para masajear sus pies.
    
    Apenas los toqué soltó un profundo suspiro, y con él, dejándome en claro que estaba haciendo las cosas bien. Con completa seguridad y especial atención al mejor trabajo de mi vida, continúe masajeando sus pies, sus plantas, sus tobillos, pantorrillas y lentamente subiendo hasta sus piernas.
    
    Extremando cautela, entrelazaba mis manos alrededor de sus firmes y bien torneadas piernas, forjadas con sudor y esfuerzo en uno de los gimnasios más prestigiosos de la ciudad, en donde seguramente no trabajaba yo por desgracia.
    
    Poco a poco, subía mis manos acercándome peligrosamente a su entre pierna, la cual sentía caliente como al pasar la mano sobre una gran taza de té hirviendo, lo cual me hacía titilar de ansiedad, cuando mis manos se estrechaban más y más en la suave cuneta que dibujaban sus piernas apenas un poco separadas.
    
    Aparentando hipócritamente mi lerdo profesionalismo, continuaba masajeando sus piernas cada vez más adentro, intentando ingenuamente llegar al paraíso terrenal. Sin embargo, cuando mis manos llegaban al límite de lo permitido, de inmediato mi tía me detenía cerrándome las piernas.
    
    Así marcaba frontera, finalmente lo que tanto temía había sucedido, la había embarrado y en grande, sin embargo, a esas ...
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