Una luz en mitad del camino
Fecha: 17/06/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... corazón, y veo que sigues conservando esa bondad que te caracteriza.
—Vivo aquí, —dijo Benito señalando la modesta portería.
—Me has traído a tu casa… —advirtió.
—Ha sido sin querer.
—Evitarlo… —añadió Laura con una sonrisa.
—¿Quieres subir? No tengo muchos lujos, pero tengo café.
Laura pensó en su marido, pero no por si le hacía daño, sino para hacérselo. Benito conseguía que se sintiera bien a su lado, incluso lograba que, en cierto modo le resultara atractiva y no un mero saco de carne.
El piso era austero: un pequeño salón, una diminuta cocina, un baño y una habitación completaban los cuarenta y cinco metros cuadrados de la vivienda.
Entraron directamente en el salón y un intenso olor a cerrado y a comida rancia golpeó sus fosas nasales. Laura dio un repaso fugaz al habitáculo confirmando la ausencia de un toque femenino. Un sofá desvencijado de dos plazas, una pequeña mesa auxiliar con restos de la cena de la noche anterior y una lámpara auxiliar de pie descansaban sobre una alfombra a la que no lo hubiese ido mal el paseo de una aspiradora. Benito se quitó la chaqueta y a continuación le pidió el abrigo y el bolso a ella para colgarlos en la percha vintage que seguía manteniéndose allí durante los diez años que ya estaba alquilado, después recogió los restos de comida, disculpándose por el desorden.
—Ponte cómoda. Voy a hacer café. ¿Cómo lo quieres?
—Con un poquito de leche, por favor, —pidió.
Benito le puso un café, le añadió un poco ...
... de leche y él se sirvió el suyo. Se sentó junto a ella en el sofá, pero respetando su espacio vital para no incomodarla.
—¿Cuéntame algo de ti! —le pidió Laura.
—No hay mucho que contar, Laura. Voy tirando. Trabajo en lo que me sale. Ya sabes como está todo de mal. Vivo aquí unos diez años con la esperanza de encontrar un trabajo que me permita alquilar algo más digno, pero todo es una mierda. Contratos temporales de tres meses, como mucho de seis, pero bueno, mientras no vaya a peor, no hay problema. ¿Cuántos hijos tienes? —quiso saber.
—Tengo tres: de seis, de ocho y de diez.
—¿Te dabas un margen de dos años para el siguiente?
—No, qué va. Después del primero juré y perjuré que sería el último, pero mis cálculos siempre me jugaban una mala pasada. Ya sabes que nunca cumplo mis promesas.
Benito rio.
—¿A qué se dedica tu marido? —preguntó.
—¿A parte de beber? —añadió con sorna. —Trabaja en la construcción y medio sueldo lo dilapida en el alcohol y quién sabe en qué más. Lo cierto es que a casa solamente llega la mitad del sueldo.
—¿Por qué no lo dejas?
—¿Y dónde voy yo con tres mocosos y novecientos euros? Él despilfarra la mitad de su nómina, pero al menos trae a casa la otra mitad. La cosa cambiaría si no hubiese niños de por medio.
—Pero no eres feliz.
—¿Lo eres tú?
—No sabría decirte. Intento vivir con lo que tengo, sin más pretensiones. ¿Pero qué es la felicidad? Si nos cuesta saber qué es… ¿cómo demonios vamos a medirla? ¿Qué haría ...