Una luz en mitad del camino
Fecha: 17/06/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... falta para que fueses feliz? ¿Un marido irreprochable? ¿Otro trabajo? Siempre parece que anhelemos lo que no tenemos. ¿Crees que el que está podrido de dinero es más feliz? Sus problemas serán otros. Yo estoy convencido de que el dinero no da la felicidad, pero también lo estoy de que tu pareja tampoco te la va a dar, por mucho que te quiera. Primero tienes que quererte a ti misma para después ser feliz.
—Siempre has sido muy profundo, Benito.
—Bueno… —exclamó desinteresado.
—¿Y tú te quieres a ti mismo?
—No puedo cambiar mi aspecto, es el que me tocó en el sorteo y es lo que hay. Si no aceptas eso, ¿cómo vas a ser feliz? Yo hace años que me acepté y vivo mi vida sin rendirle cuentas a nadie. Nunca hubo nadie por quien mereciese la pena perseverar, la única que pudiste serlo fuiste tú…
Laura se avergonzó de su comportamiento en el pasado. Reconoció que lo utilizó como peluche y como paño de lágrimas de sus innumerables devaneos con unos y con otros.
—Me arrepiento de muchas cosas, Benito.
—Eso no es malo. Todos nos equivocamos. Tú siempre me has gustado Laura. Ésta mañana, cuando te he visto ha sido como un subidón después de tantos años.
Laura lo miró esta vez con algo más que afecto. Tenía que contar los años que hacía que no disfrutaba de un buen sexo. Ahora éste se reducía a la masturbación haciendo uso de un consolador que adquirió en Amazon. Odiaba follar con su esposo porque no lo disfrutaba. Para ella se había convertido en una tarea más que ...
... añadir a los quehaceres de la casa, por tanto, cuando él llegaba a casa con un poco más de alcohol en el cuerpo del habitual, sabía que tenía que abrirse de piernas y aguantar estoicamente hasta que acabara. Si la cosa se prolongaba más de lo habitual, fingía un orgasmo para que rematase antes. Por suerte, la mayoría de las veces el episodio solía ser breve, luego él caía como un tronco en la cama y ella terminaba de hacer sus tareas antes de acostarse. Podría haberse dejado llevar por intereses únicamente placenteros, pero su animadversión hacia él era cada vez mayor, con lo cual, le era imposible reorientar su cerebro en el disfrute.
La continencia provocó que el roce de piernas despertase deseos reprimidos y Benito se dio cuenta de lo vulnerable que era a su contacto. No pretendía aprovecharse de su indefensión, quería que ella lo deseara del mismo modo y retomar aquel idilio que nunca llegó a fraguarse. La miró y se perdió en la profundidad de unos ojos melancólicos a la espera de una señal que lo invitara a un mayor acercamiento, y esa señal llegó efusivamente en forma de beso cuando se acercó para comerle la boca con un sonoro morreo que Benito recibió como agua de mayo. La lengua de Laura buscó la suya y se enroscó como una tuerca en un tornillo y los voluminosos pechos apoyados en su regazo le provocaron una erección instantánea como si fuese un adolescente. Se apoderó de uno y lo presionó con firmeza calibrando la magnitud de aquel par de melones que ahora tenía a ...