Mariluz
Fecha: 21/06/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
Regresamos con mi esposa a la ciudad que por muchos años nos albergó, principalmente para visitar viejas amistades y reconocer lo que una vez fue nuestro hogar. Volver allí, sin embargo, supuso revivir experiencias, aventuras y complicidades que marcaron nuestras vidas. Nuestra curiosidad por dar rienda suelta a nuestra sexualidad empezó en ese lugar y cada lugar recorrido trajo a nuestras mentes esas excitantes vivencias.
Estábamos caminando por el centro de la ciudad y, de pronto, en medio de la multitud que caminaba por la otra acera, la vi: Mariluz. Ella estaba distraída y no reparó en nosotros. Hemos cambiado bastante desde la última vez, así que era comprensible que no nos hubiésemos reconocido fácilmente en medio del gentío. Verla a ella, entonces, fue recordar nuestra historia en común.
Trabajábamos con Mariluz en el mismo lugar. Ella era secretaria y departía no solo conmigo sino con muchas otras personas, hombres principalmente. Y tratándose de una muchacha joven y bastante atractiva, tenía muchos admiradores y pretendientes. Lo que capturaba nuestra atención eran sus enormes senos, unas caderas proporcionadas y unas esbeltas piernas. Su cabello era negro azabache y disponía de una sonrisa permanente en su rostro y una conversación muy agradable. Era muy fácil entablar relación con ella.
En muchas ocasiones bromeábamos con ella, expresando frases de doble sentido detrás de las cuales hacíamos evidente nuestras intenciones de tener algún tipo de vínculo más ...
... allá de lo laboral. Para acabar de completar, ella se arreglaba muy coqueta y su actuar era sensualmente insinuante, así que más de uno, no lo dudo, quizá le propuso pasar de las palabras y las insinuaciones a la acción. Ella se sorprendía con nuestras manifestaciones, las rechazaba, pero parecía gustarle y disfrutar con esas situaciones.
Con el paso del tiempo decidió conformar una familia y se casó. En su nueva condición, claro, manteníamos la distancia para no generar situaciones incómodas o llegar a molestarla. Pero, en mi caso, conversando con ella de temas personales, pronto me di cuenta que su compromiso se dio de manera forzada y como una forma de salir de su casa y evadir situaciones que le resultaban inaguantables. En fin, parecía no disfrutar su matrimonio. No obstante, con su esposo, tuvo dos hijas.
Con el paso del tiempo y la convivencia propia en lo laboral, ella tuvo la oportunidad de verme instruyendo a personal subalterno sobre la naturaleza de las relaciones humanas y se interesó porque yo le hablará más sobre esos temas y le aclarará múltiples preguntas. Esa proximidad propició una relación mucho más cercana y de confianza, así que, más temprano que tarde, nuestra compañía se hizo un hábito. Todos los días nos encontrábamos y todos los días había una curiosidad para satisfacer. Y, de tanta proximidad, poco a poco nos hicimos imprescindibles el uno para el otro. Ella, sin embargo, mantenía la distancia y el respeto propio de subalterno a jefe.
Fui ...