1. Mariluz


    Fecha: 21/06/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... a deslizar su cuerpo hacia abajo hasta que su rostro quedó a la altura de mi sexo. Y, estando allí, bajó mi pantaloneta y pantaloncillos para liberar mi pene que estaba recto y endurecido. Pareció maravillarse al verlo así y, tomándolo en sus manos, casi de inmediato lo llevó a su boca y empezó a chuparlo con mucha delicadeza, sin dejar de mirarme y dejar de sonreír, como si estuviera logrando algo inalcanzable en su vida. Su forma de hacerlo, sin embargo, me daba chispazos de excitación, lejos de hacerme llegar al tope, pero era una delicia verla ensimismada en lo que estaba haciendo, lo cual perpetuó por largo tiempo.
    
    Yo, inmóvil como estaba, tan solo atinaba a observarla. ¿Así era como lo habías imaginado? Le preguntaba. Sí, contestaba ella, mientras seguía concentrada en chupar y chupar mi pene como un bombón. ¿Y qué seguía en tu película? Ya falta poco, me dijo. Tu tranquilo. Al rato, entonces, se incorporó, terminó de retirar mi pantaloneta y volvió a colocarse encima de mí. ¿Ya puedo hacer algo? No, quédate tranquilo. Y, entonces, tomó mi pene en sus manos y lo acomodó a la entrada de su vagina, descolgando su cuerpo sobre él. Lo hizo con cuidado, muy lentamente. Sentí su sexo bastante húmedo y la penetración fue fácil, sin dificultad.
    
    Y así, cabalgándome, ella empezó a agitar su cuerpo, moviendo sus caderas al compás de las sensaciones que experimentaba, a veces adelante y atrás, a veces a los lados, a veces echaba su cuerpo hacia atrás y a veces se venía hacia ...
    ... adelante. Al final volvió a juntar sus manos con las mías, colocando mis brazos estirados por encima de mi cabeza, inclinándose para besarme sin dejar de mover sus caderas. Su respiración era entrecortada. Y ese beso, al parecer, fue el disparador de su orgasmo, porque apretó sus piernas contra mi cuerpo y se quedó inmóvil sobre mí, sin dejar de besarme, para relajarse poco a poco, quedándose un tanto adormecida por un rato.
    
    Pasados unos minutos, ella, por su propia iniciativa, se situó a un lado de mí, boca arriba. Yo me volteé hacia ella, abrazándola por su torso. Bueno, Señora Mariluz, ya pudiste calmar fiebre. ¿Te gustó? Sí, respondió. Espero que lo que has hecho haya respondido a tus expectativas. Sí, me gustó. Así lo quería. Bueno, dije, pero a mí no me has dejado hacer lo que yo quería. Ambos nos reímos. Pues, dale, dijo. Yo disfruto estando cerca de ti, respondí mientras la abrazaba, y solo imaginaba estar abrazándote como lo estoy haciendo ahora, pero me gustaría devolverte el goce que tú me has proporcionado. Y, diciendo y haciendo, me coloqué sobre ella y empecé a besar su cuello, sus hombros, sus senos, su ombligo y sus caderas para finalmente llegar a su sexo.
    
    Señora Mariluz, ¿me puedes hacer un favor? Sí, dijo ella. ¡Abre tus piernas! Y lo hizo de inmediato. Y así, teniendo su sexo a mi alcance, me dediqué a lamer sus labios vaginales y su clítoris, introduciendo mis dedos para estimular el interior de su vagina y procurarle excitarla al máximo. Le miraba ...
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