Mariluz
Fecha: 21/06/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... proceder. Me atreví, entonces, a aproximarme a ella y besarla con mucha ternura, como lo había hecho días atrás. Y aquello fue el detonante. Nos quedamos besándonos con mucha pasión, permaneciendo de pie, a un costado de la cama. La intensidad del momento llevó a que yo introdujera mis manos dentro de su pantaloneta para poder acariciar sus tan deseadas nalgas y, un poco después, mis manos inquietas se movilizaran por su silueta y llegaran a sus ansiados senos.
La aventura ya estaba en marcha. Ella seguía allí, sin hacer otra cosa que disfrutar de ese profundo beso y esperar a ver qué hacía yo. Así que, sin dejar de besarnos, poco a poco empecé a desliza su pantaloneta hacia el suelo, seguida prontamente por sus pantis. El contacto de mis manos con su piel me excitó sobremanera y pude sentir cómo su piel se erizó cuando empecé a desnudarla. Ella seguía besándome, aferrados sus brazos a mi cuello. La pantaloneta y sus pantis, cayeron al suelo sin dificultad una vez se alejaron de sus caderas. Cayeron por su propio peso. Y, después de aquello, me concentré en soltar su sostén y acariciar sus senos. ¡Qué delicia!
Señora Mariluz, dije, me das permiso de quitarte la camiseta. Sí, dijo ella. Así que nos separamos unos instantes. Ella levantó sus brazos y yo, con mucha habilidad y rapidez, levante su camiseta por encima de su cabeza, quedando desnuda frente a mí, tal como muchas veces lo había imaginado, vestida tan solo con sus tenis. Era muy cómica la imagen que de nosotros ...
... se proyectaba en los espejos. Volvimos a abrazarnos y besarnos, pero ahora su cuerpo estaba a mi disposición para acariciarla con toda libertad. Cómo estaba disfrutando de aquel momento. Era un sueño hecho realidad.
Hice el amagué de quitarme mi camiseta, pues consideraba que debíamos estar ambos desnudos, pero ella lo impidió. Así que seguí besándola y acariciándola con entera libertad. Sin embargo, dije, Señora Mariluz, acariciarte me tiene a mil revoluciones por minuto, y quisiera que mi cuerpo estuviera en contacto con el tuyo, porque a esta hora me estoy sintiendo un poco incómodo así vestido. Ella, entonces, sonriéndose, me dijo, acuéstate. Y así lo hice. No hagas nada, comentó. Déjame a mí sola. Okey, respondí.
Ella, entonces, se colocó encima de mí, apoyados sus brazos en la cama. ¡Quítate la camiseta! Me instruyó. Como ordene mi señora, le respondí, y rápidamente me despoje de la prenda. Ella, entonces, dejó caer su cuerpo sobre el mío y volvimos a besarnos. Quise volver a acariciar su cuerpo, pero reaccionó de inmediato diciéndome, te dije que no hicieras nada. Déjame a mi sola. Okey, respondí. Dime qué hago, entonces. Tu tranquilo, respondió. Y siguió encima de mí, besándome, juntando sus manos con las mías, llevando mis brazos a los costados. Su cadera empezó a moverse adelante y atrás sobre mí, y, al parecer, estaba masturbándose con mi cuerpo. No soltaba ningún sonido, solo me besaba al ritmo de sus movimientos y apretaba mis manos.
Poco después empezó ...