Costumbre italiana
Fecha: 01/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ThWarlock, Fuente: CuentoRelatos
... lamió delicadamente mi frenillo, chupaba como caramelo y hacia sonido con su boca al chupar mientras lamia mis bolas, les pasaba la lengua una y otra vez y yo entraba en un exquisito éxtasis. Eso me descontroló bastante y sin pensarlo dos veces, metí mi pinga hasta su garganta y comencé a bombearle la boca como si fuera su culo. Mis caderas iban y venían al mismo tiempo que mis manos jugaban con su pelo y le marcaban el ritmo que yo quería. Sus manos, no tenían otra opción que jugar con mis nalgas y con mi hoyo que para ese entonces estaba al descubierto, luego de haber posicionado una de mis piernas en el borde de la tina. Por último, cuando comencé a gemir más alto, entonces él se apresuró en masturbar el tronco de mi pinga, mientras volvía a chupar mi prepucio, esta vez en forma de círculos. No tardé en echarle una buena cantidad de leche totalmente liquida en su barbudo rostro, que corrió mojándole su lindo pecho.
De ahí continuamos para la cama donde me puso boca abajo y terminó el trabajo de masajearme con aceites olorosos. Prendió unas cuantas velas pues anochecía y recorrió mi fornido cuerpo una y otra vez, hasta dejarme casi dormido y con mi fusil listo nuevamente para la siguiente batalla; Para terminar, rozó todo su cuerpo sobre el mío y su hermosa pinga contra mi cerrado culo. Aunque yo hacía algún tiempo había perdido mi virginidad en realidad no estaba muy acostumbrado a que me trastearan mucho por ahí. Bien valía la pena probar aquello que me ofrecía; Así ...
... que me relajé y le abrí las piernas todo lo que pude. Tanteó con sus dedos y advirtió por mi incomodidad que había mucho que hacer ahí. Se retiró para regresar rápidamente y yo ni me moví. Seguía tan excitado como antes y de veras deseaba que ese macho terminara conmigo como desease. Masajeó muy suavemente la entrada mientras besaba delicadamente mis nalgas, ¿Te duele? No, respondí yo y me volteé dejando mi culito al aire. Subió mis piernas, sobre sus hombros y continuó masajeando con aquella crema hasta que comencé a sentir un tremendísimo placer nunca antes experimentado. Me extrañó mucho no haber sentido el dolor característico, propio de semejante acto; Pero atribuí propiedades milagrosas a la forma de usar su dedo y la crema que usaba. Se limpió vigorosamente cuatro dedos, y advertí que aparentemente, jugaban dentro de mí segundos antes sin que yo apenas lo notase, me ofreció un condón para que se lo colocara y me advirtió: Por mucho que sientas deseos, no te lubriques tu pinga con la misma crema. Me embistió de forma tan delicada y deliciosa que desee que nunca se fuera de encima de mí; Rozaba su barba una y otra vez por mis mejillas y mi cuello. Volcando toda su masculinidad en su acto. Metía su lengua en mi boca y me besaba con lujuria, para luego gemir y decir en italiano algo que parecían palabrotas. Metía su pinga y la sacaba una y otra vez con energía de adolescente. Varias veces me puso boca abajo para poder acostarse encima de mi espalda y acariciar mi cuello o ...