En la zona de confort
Fecha: 02/07/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
Domingo.
Teresa miró por la ventana sumida en sus reflexiones, mientras se colocaba el bikini, eso, sin dejar de reparar en el entusiasmo que reinaba en la piscina. Su marido lanzaba a sus dos hijos al agua como si de pelotas se tratase entre risas, alborozos y chapoteos. También lo hacía con los de su amiga Natalia, mientras ésta contemplaba dichosa, e incluso se unía a la infantilidad del juego.
No le apetecía bañarse, ni tampoco participar del júbilo de la pueril diversión que estaba teniendo lugar en la piscina, en cualquier caso, tampoco deseaba ser una mala anfitriona. Le extrañó que Oscar no estuviese con ellos y se preguntó dónde andaría. No tuvo que preguntárselo dos veces. Inmediatamente notó su respiración en la oreja declarándole que la deseaba. Teresa dio un respingo e intentó darse la vuelta, pero Oscar no la dejó, apoyó sus manos en la pared impidiéndole zafarse. Notó su erección a través de la tela del bikini presionando en el canal de sus nalgas.
—Estás loco. Tu mujer está ahí abajo y mi marido también.
—Me pones muy cabrón Teresa. Quiero follarte. Hace días que no lo hacemos.
—Ahora no podemos. ¡Déjame! —protestó. Aun así, sus quejas cayeron en saco roto.
Oscar deslizó la braguita, posicionó el glande a la entrada de su coño y la penetró por completo en una acometida que le hizo abrir la boca y exhalar un gemido de placer. Con ello, su vista desenfocó por un momento a sus seres queridos, sumiéndola en una neblina que se adueñó de su ...
... ser.
—¡Para! ¡No sigas! —le pidió intentando recobrar la cordura, o al menos, pretendiendo administrar un poco de sensatez a la carencia de ella que su amante demostraba. Por su parte, no pareció entender bien el mensaje y sus movimientos se aceleraron, por lo que la contundencia de los embates la obligaron a apoyar las manos contra la pared, a fin de apalancarse.
—¡Detente! Nos van a pillar, —le suplicó de nuevo.
—¿Y por qué mueves el culo si quieres que pare? —dijo él con socarronería y con el deseo a flor de piel. —Te deseo Teresa. Con ese bikini ¿cómo no voy a querer follarte delante de tu marido? Estás buenísima —le expresaba una y otra vez sin dejar de percutir en sus adentros, en tanto que el placer se adueñó de su sexo y se dejó llevar por él, tanteando un orgasmo que sabía que llegaría en breve si continuaba embistiendo de aquel modo. Tampoco había que esperar mucho una vez que se dejara llevar y diera rienda suelta a las sensaciones.
Un dedo incursionó dentro de la braguita y liberó el pequeño botón de su capucha presionándolo mientras dibujaba movimientos en espiral, de tal modo que una corriente eléctrica en forma de ráfaga creció desde su columna para trasladarse después a su sexo y materializándose en forma de clímax. El cristal de la ventana se llenó de vaho con su cercana respiración. Teresa contuvo sus gemidos y reprimió sus ganas de gritar de gusto. Las piernas espasmódicas se le aflojaron e inmediatamente notó un potente chorro de esperma caliente ...