1. En la zona de confort


    Fecha: 02/07/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando él ya había colgado.
    
    A las pocas horas llamaron desde abajo. Teresa vio por el video portero que era Natalia y le dio un vuelco el corazón. Volvió a dudar. No le apetecía hablar con ella, o quizás lo que no quería era dar la cara. Pensó por un momento hacer como que no estaba en casa y escurrir el bulto, pero no lo hizo sabiendo que tarde o temprano tendría que hablar con ella del asunto, en cualquier caso, confió en que él no la hubiese mencionado.
    
    Cuando Natalia subió, Teresa la esperaba en la puerta con la incertidumbre de no saber qué esperar de ella. Sólo confiaba en que no supiera nada de su canallesco proceder. Su amiga salió del ascensor compungida y se le acercó para darle un abrazo y saludarla entre sollozos. Tras esa primera reacción cordial, supuso que no sabía nada, de lo contrario no habría sido tan afable, por lo que la hizo pasar al salón.
    
    —¿Qué ocurre Natalia? —preguntó. —¡Espera! Voy a preparar un café y me lo cuentas, —dijo con un cinismo impropio de ella.
    
    —Gracias, —asintió Natalia.
    
    Teresa preparó dos cafés en la Dolce Gusto y le ofreció el suyo a su afligida amiga. Se sentó junto a ella en el sofá a la espera de que soltara prenda.
    
    —Oscar se ha largado.
    
    —¿Cómo que se ha largado? —se interesó interpretando su escena teatral en la que se abstuvo de hacer comentarios que pudiesen inculparla.
    
    —Sí, se ha ido, no sé si tiene otra o qué. No me ha dicho que sí, pero tampoco me ha dicho que no, y eso me hace pensar que algo ...
    ... hay.
    
    —¿Pero qué ha pasado? —preguntó.
    
    —No lo sé. Todo iba bien. Hemos tenido nuestras diferencias últimamente, como todo el mundo. Ahora dice que necesita un tiempo para pensar, pero ¿pensar en qué? ¿Crees que esto es normal?
    
    —No lo sé, Natalia. No puedo opinar. Si es lo que quiere, déjalo un tiempo. Seguro que se le pasará. Vive tu vida mientras tanto.
    
    —¿Mi vida? —preguntó sin saber como enfocar esa nueva vida.
    
    —¿Qué pasa con los niños?
    
    —Dice que vendrá los fines de semana a verlos, pero le importa todo una mierda, —dijo gimoteando.
    
    —Lo siento, —se disculpó casi con total sinceridad, pues en esos momentos sólo sentía lástima por ella, dado que, al ver el estado decadente de su amiga se compadeció de ella, aunque también sintió el peso de la culpa. Sin pretenderlo había sido la artífice de su lamentable situación, pensando que aquel juego de placer iba a salirle gratis hasta que ella decidiera ponerle fin y seguir con su metódica vida. Ahora era consciente de que le había arruinado la vida a su amiga, quizás también a Oscar, y no quiso pensar que posiblemente también a su esposo y a sus hijos, y eso constituía una gran vileza por su parte, y por tanto, empezaba a reconcomerle.
    
    —Todo parecía ir bien y de repente, esto. No puedo entenderlo, —continuó entre sollozos.
    
    —¿Entonces no sabes si hay otra mujer? —preguntó haciéndose la ignorante, pues esa era la pregunta del millón.
    
    —No lo sé. Debe haberla, de lo contrario, no entiendo su conducta.
    
    Teresa ...
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