En la zona de confort
Fecha: 02/07/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... golpeando en las paredes de su útero. Oscar siguió arremetiendo hasta vaciar por completo la recámara, después sacó el miembro y se recolocó los shorts. Teresa lo miró circunspecta. No tenía muy claro si aprobar o reprocharle su actitud por ser tan osado. De un modo u otro podría haberse negado y no lo hizo porque estaba claro que el deseo y la pasión eran compartidos, no obstante, el morbo de las situaciones límite que a él le gustaban entraban en conflicto con lo metódica y cuidadosa que era ella, y por tanto, era incapaz de mantener el aplomo y la impasibilidad de la que él hacía gala, máxime, después de haberse follado al mejor amigo de su marido y esposo de su mejor amiga.
Se dirigió al baño para limpiarse sus genitales. A continuación se colocó el bikini de nuevo y bajó unos minutos después que Oscar, quien ya se había incorporado a los juegos como si no hubiese pasado nada, mudándose sin más a un escenario completamente antagónico. Su marido la animó a meterse en el agua y accedió de mala gana. La mirada apocada de ella se cruzó con la mirada impúdica de Oscar, después éste le dio un beso a Natalia como buen esposo. Teresa no pudo hacerlo.
Martes.
Los martes Teresa libraba en la peluquería y aprovechaban esa tarde para alquilar una habitación en un motel de carretera a 40 kilómetros de su ciudad. Oscar condujo varios kilómetros y esperó a incorporarse a la autovía para sacarse un miembro que ya le estaba plantando cara y ofrecérselo de aperitivo.
—¿Te ...
... apetece ir haciendo boca? —le dijo mostrándoselo con total impudicia.
Teresa lo miró con complicidad, sonrió, se relamió, se acercó, aferró la polla de la base y la apretó con fuerza, después deslizó la mano lentamente por el garrote iniciando una masturbación lenta.
—¡Mira la carretera! —le exhortó sin dejar de masturbarle.
Las pulsaciones de Oscar se aceleraron y tuvo que aplicar, sino los cinco sentidos, al menos tres de ellos a la conducción. Sus miradas de connivencia se cruzaron reiteradas veces. Teresa se desabrochó el cinturón de seguridad para tener movilidad, bajó la cabeza y sus fosas nasales se embriagaron del aroma. Aspiró profundamente y se emborrachó de sus feromonas. La raja se le abrió como los pétalos de una flor al recibir los primeros rayos de luz de la mañana. Su lengua acarició la cabeza morada y golpeó con ella la superficie del glande, alternando el golpeteo con cariñosos besos, después abrió la boca, sus labios abrazaron el tronco y lo engulló hasta que la punta saludó a la campanilla provocándole una arcada. Con ello, su cabeza empezó a bascular iniciando una sonora felación en la que su maestría y el morbo implícito llevaron a Oscar a eyacular en su boca. Teresa aguantó estoicamente las descargas, con lo que, primero saboreó la sustancia para luego tragarse el espeso líquido, y finalmente se relamió los labios mostrándoselo a él con lascivia.
—¡Joder Teresa! ¡Qué gustazo! —exclamó.
—¿Te ha gustado?
—Eres única.
—Me debes una.
—Voy ...