1. Marisol y el Sureño


    Fecha: 18/07/2025, Categorías: Sexo Oral Autor: Patita Putita, Fuente: CuentoRelatos

    «Pasión amorosa. Es una fuerza que obnubila la razón. Cuando es desenfrenada, forma esa fuerza arrastrante, ciega, que lleva al más prudente a hacer lo contrario de lo que propugnaba, a romper con lo establecido, a gritar lo que antes callaba. Es una emoción empoderada que lleva a creer que todo es posible sin reglas ni limitaciones.» (Oxford Language Dictionary)
    
    Marisol llevaba una vida tranquila, en un pueblo tranquilo, una vida comedida, conforme a las costumbres. Era una linda mujer, en sus maduros treinta y algo años, firme de carnes, esbelta, lozana. Con un matrimonio estable, razonablemente feliz, quizás ya demasiado tranquilo con sus las altas y bajas en todos los sentidos habituales en la mejor tradición de clase media. Con unos veinte años de matrimonio, estaba plenamente en aquella cierta modorra marital, en que se sentía medio cansada de la vida doméstica, de cuidar la familia, de ver las mismas gentes, los mismos chismes, el mismo sexo, en fin… ¡lo habitual! ¡Rutinas y rutinas y más rutinas!
    
    Coincidió que, por esos meses, quizás por julio, se había aparecido nuevamente por el barrio un individuo fuera de lo habitual, de unos 28 años, de apariencia sospechosa, con fama de ser sicario, o narco o ambos, que pasaba mucho tiempo lejos, se decía que al norte, en voz baja se comentaba que además de malviviente, era mujeriego y que era del grupo de pandilleros denominado Los Sureños, toda una ficha.
    
    Años atrás había sido novio de su hermana menor y desde ...
    ... entonces sin ella saberlo, le había pegado con tubo.
    
    Pero era interesante, en apariencia honesto, atractivo, con una plática fácil y aparentemente amistosa. Al conocerlo pasó algo curioso, de repente le dijo: Esta enamorada de mí. Estás loco, le respondió Marisol riéndose, además de no conocerte, eres muy joven. Y reapareció de nuevo años después, preguntando por la hermana.
    
    En algún momento, el marido comentó que no le gustaban las visitas, desconfiaba de él, sintió pasos en la azotea. Lo platicaron, ella ingenuamente aún lo veía como una especie de hermano mayor de sus hijos, y le respondía que se estaba imaginando cosas. Inocentemente le estaba haciendo el juego al Sureño, dándole oportunidad de desarrollar su plan.
    
    Con todo esto, decidió que Marisol sería su movida, que estaba favorable a sus negras intenciones. Y caería.
    
    En esas visitas aparentemente inocentes, comenzó a tomarla casualmente de la mano y a colocar el brazo por la espalda o cintura sin que ella lo rechazara, era social, y algunos besitos en la mejilla, simulando saludos habituales, siempre respetuosamente, seguía hablándole de usted. Hubo un momento mágico cuando entre esos contactos aparentemente superficiales, la abrazó, de una manera en que ella se sintió única. Duró solo unos instantes, suficientes para guardar el recuerdo, como un tesoro. En la actualidad lo recuerda claramente como un instante eterno, no olvida que, en aquellos momentos, no quería salir de esos brazos en que estaba siendo ...
«1234...8»