Marisol y el Sureño
Fecha: 18/07/2025,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Patita Putita, Fuente: CuentoRelatos
... apapachada. Muy suavemente le estaba dando entrada.
Ahora sabe que por lo que estaba rogando, era por sentirse amada, de ser abrazada, de sentir un contacto amoroso, de ser protegida, de ser apapachada. Lamentablemente en su casa no estaba siendo comprendida en esos tiempos y ese abrazo… era un gancho.
Se volvió vulnerable, quizás queriendo tener a su alcance dos mundos diferentes, opuestos.
¡Y eso la lanzó de cabeza a los brazos del Sureño! Años después, aún lo recuerda con cariño. Sin perder de vista que hizo lo mejor al cortarlo de cuajo, al reaccionar. Por otra parte, le sirvió para aprender varias cosas: Descubrió que tiene un volcán en su pecho y en su sexo. Descubrió que pudo atraer intensamente a un joven. Y confirmó que tiene una fuerza de voluntad enorme.
Como era muy astuto, el Sureño encontró una oportunidad cuando ya tuvo cierta confianza, en algún momento al Sureño le latió que podría jugársela sacándola de su casa, y estar solos. En cualquier plática salió el tema de tatuajes y le pidió que lo llevara a un lugar que había oído como un buen local y que casualmente quedaba cerca de su trabajo.
Era una mentira que ella no quiso ver. Siendo pandillero de banda, y ya teniendo muchos tatuajes, tenía que saber mucho de lugares. Ir fue claramente un pretexto para sacarla de su ambiente familiar
Ella estuvo de acuerdo, el día marcado fueron de taxi, ahí hizo todo el teatro necesario para convencerla de que realmente quería hacerse un tatuaje, que no ...
... era pretexto. Y ella cayó en el garlito ¡sin duda era así! No quería ver la realidad que se estaba plasmando. No quiso ver que ya había recibido algunos besitos juguetones en la mejilla, como robados.
Salieron del negocio, y la acompañó a su trabajo, relativamente cerca, cuando pasaron por una tienda cerrada, que tenía el estacionamiento al frente, con un muro que evitaba parcialmente la vista desde la calle y una banquita junto a la cortina. Eso daba alguna privacidad. Mañosamente ya la había visto. Platicando de cualquier tontería, propuso sentarse unos minutos, de forma aparentemente casual. ¡Mucha casualidad!
Se sentó muy junto, ella no objetó, le indicaba que sí quería estar tan cerca. Para él, todo se veía favorable, sin presionar, las piezas se estaban acomodando a su gusto. La abrazó, sin objeciones, parecía una buena oportunidad de un faje, al ver que no se estaba resistiendo, más bien colaborando, la besó en la mejilla. Viendo que seguía simulando que no pasaba nada, muy al contrario, mostrando correspondencia, la besó de nuevo y continuó besándola, aunque solo en la mejilla, cuidadosamente no buscó más, fue cauteloso. Después ella contó que se resistía a colocar su boquita. Pero ya lo estaba pensando.
Lo que si ocurrieron fue una caricia superficial pero muy importante. En algún momento, el Sureño le puso la manita sobre su enorme palo, por encima del pantalón, ella no se opuso, simuló suavemente resistirse, muy suavemente. Viendo esta reacción, él le dijo: ...