-
Seducido por mi subordinada
Fecha: 19/07/2025, Categorías: Hetero Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos
... interior. De los míos cuando me retiró el preservativo. Me bajó la corbata y me besó con dulzura. Nos abrazamos en silencio unos minutos. Cuando la miré estaba dormida. La contemplé descansar unos instantes y luego la cargué hasta la cama. La tapé y me acosté a su lado, sin siquiera sacarme la corbata. En menos de un minuto ya estaba completamente dormido. Cuando me desperté Micaela ya se había levantado y preparado el desayuno. Estaba vestida y arreglada. Me dio los buenos días y me dejó alistarme. Quise volver a tener intimidad, pero me dijo que ya era tarde y teníamos todo el fin de semana para no salir de la cama. El viaje al trabajo fue animado. Una vez en la oficina empecé a sentirme extraño. Me costaba mirar o hablar con Micaela. Me sentía raro estando a solas con ella. Por su parte mi subordinada no dejaba de lanzarme miradas. En cuanto todos se fueron Micaela se colgó de mi cuello y me comió la boca, lo que ayudó a que no pensara tanto y me sintiera más tranquilo. Epílogo: No hay nada más fácil de controlar que a un hombre caliente. Claro que calentarlo no siempre resulta sencillo. En mi caso, además, disfruto de hacer las cosas despacio; tejer mi telaraña alrededor de mi víctima sin que lo note hasta que ya es demasiado tarde. Cocinarlo de a poco, como se cocina un sapo. Esta forma de actuar me ha traído algunos sinsabores en el pasado, pero con ellos aprendí a perfeccionar mi técnica. En el caso de mi jefe sabía que su vida social estaba algo ...
... descuidada y sus posibilidades de conocer a alguien antes que terminara de atraparlo eran pocas. Desde el primer día me sentí atraída hacia él. Su liderazgo natural y su voz de mando me cautivaron. Era inteligente y culto. Quizás demasiado serio para mi gusto, aunque a los pocos meses trabajar juntos pude conocer también las cosas que lo hacían reír y los momentos en que se permitía hacerlo. Supe que lo había capturado cuando descubrí que se había tocado pensando en mí. Su forma de actuar y su mirada culpable me decían lo que había hecho sin necesidad de que me lo confesara. Algo dentro de mí se modificó al ver su reacción cuando lo llamé “jefecito”. Ya no solo quería conquistarlo, quería hacerlo mío. De todas formas el juego con su corbata no fue planificado pero una vez descubierto el placer que le generaba me decidí a explotarlo. Tal como había prometido ese fin de semana casi que no lo dejé levantarse de la cama. Algunas veces lo ataba, otras veces le vendé los ojos y otras más lo amordacé, siempre con una de sus corbatas. Cuando nos levantábamos solía usar la prenda que había atado su boca y dejarla caer entre mis pechos. Cada vez que eyaculó ese fin de semana lo hizo viendo o mordiendo este tipo de prendas. Como resultado al llegar el lunes el solo hecho de acomodarle la corbata hacía que se excitara. Todes mis compañeres supieron enseguida lo sucedido, pero por suerte, más allá de algún cuchilleo, no nos presionaron para confesarlo. El único problema fue mi jefe. ...