El nuevo curso (VI)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... caía hacia delante.
–Si aun así no quieres darme una oportunidad, lo entenderé. Y si ese es el caso al menos espero conservarte como amigo y alumno. –Hizo una pausa, a la espera, pero al ver que Raúl no se pronunciaba volvió a implorarle, inclinándose sobre el escritorio con fervor–. Mírame, te lo suplico. Siempre evitas mirarme cuando más necesito saber qué piensas.
Los brillantes ojos ambarinos de Raúl parecían estar llenos de luz cuando le miró a la cara. Su voz seguía suave, dulce, sin rastro de rencor a pesar del dolor que sabía que le había hecho pasar.
–Yo te quiero, y me gustas mucho. Desde que te vi en la puerta el primer día. Yo no soy suficiente, pero intentaré serlo. Si me dejas, intentaré ser alguien digno. No causarte problemas. Estar ahí si eso te hace feliz. Nunca te has propasado. La otra noche me hiciste muy feliz, el primer beso me hizo muy feliz.
–No puedo prometerte que será fácil. Un amigo me ha recomendado ir a terapia, y lo voy a hacer, pero aún así… ojalá pudiese decirte que será fácil.
–Lo sé. No me importa. Ya te lo he dicho, te quiero. Siento que puedo hablar contigo, que me escuchas, y te preocupas por mí.
–¿Me perdonas por las cosas horribles que dije el otro día? Juro que intentaré compensarte por ellas a partir de ahora.
Raúl asintió con gruesas lágrimas rodando por sus mejillas. Sin resistirse más tiempo Mauro se levantó y le envolvió en sus brazos. Hasta la nariz del joven llegó el aroma del suavizante para la ropa que ...
... usaba el profesor y la fragancia de su desodorante, masculina pero sutil. Las grandes manos de Mauro acariciaron el cabello de oro de Raúl, descendiendo por su cuello. Levantando su cabeza con delicadeza consiguió que saliese del refugio de su chaleco. Inclinándose sobre él le besó de nuevo en los labios, tan suaves que parecían satén. Los ojos de ámbar del joven se clavaron en los suyos mientras sus manos, tímidas y delicadas, acariciaban su cabello canoso. Echándolo hacia atrás.
Sus lenguas se juntaron, bailaron pasando de una boca a otra mientras Mauro le empujaba más y más contra su cuerpo, con una floreciente erección en sus pantalones de traje. Raúl se aferró al profesor con desesperación, sin dejar de llorar. Mauro se apresuró a secar sus mejillas con las manos, separándose de él y ofreciéndole un pañuelo de tela que sacó del bolsillo.
–Ten, quédatelo. Lo siento, siento que estés así por mi culpa.
–No… no es eso. Lloro porque soy feliz.
Mauro volvió a abrazar a Raúl, que hipaba incontrolablemente. Le sostuvo con ternura hasta que los hipidos cesaron, dejándole calmarse sin dejar de acariciar su sedoso pelo dorado. En ese momento le daba igual que alguien entrase y los viese, pues no se había sentido así de feliz desde hacía más de doce años. Besando su cabeza con suavidad le cogió de la mano, ayudándole a secarse la cara.
–¿Quieres venir a mi casa? Si no es inconveniente. Ni siquiera sé si vives con tus padres o…
–Quiero ir a tu casa.
Su rápida ...