Descubriendo el sexo con mi entrenadora
Fecha: 31/07/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Omar89, Fuente: CuentoRelatos
Pasaron años desde mi última relación, cuando decidí apuntarme a un gimnasio para ganar cierta fortaleza física. Mi etapa en la universidad, aunque fructífera sexualmente, me había retenido durante mucho tiempo encerrado en casa o en la biblioteca de la facultad por los estudios, por lo que, si bien antes de ser universitario era flaco, ahora me sobraban algunos kilos, aunque al ser alto (medía 1,82 metros) podía disimular en cierta medida el peso. Pero notaba que los michelines comenzaban a ser vistosos, lo que me hizo pensar que era uno de los factores por los que hacía tiempo que no estaba en una relación (seria o esporádica) con una mujer, algo que a mis veintitrés años me resultaba desesperante. Para ganar confianza en mí mismo y parecer más atractivo, sentí que necesitaba ganar musculatura. Aunque quizás estuviera equivocado.
Aquella mañana acudí al gimnasio y al ser mi primera vez en uno de ellos, me sentía desorientado. Me paseé por la sala y opté por utilizar la elíptica como calentamiento. Tras media hora dejé aquel ejercicio y me decidí a utilizar la máquina de pesas. Y he de reconocer que no era capaz de levantar un palmo la pesa más pesada. Y en ese momento, alguien me dijo: “¿Eres nuevo por aquí?” Miré a quien preguntaba y vi ante mis ojos a una de las entrenadoras con el uniforme del gimnasio, una auténtica reina amazona: era una mujer de 28 años con cara angelical, con rasgos finos, ojos negros y una larga melena rubia recogida en una coleta por una ...
... cinta amarilla. Aquel uniforme, que constaba de un pantalón corto y una camiseta azul, marcaban un hermoso cuerpo, con grandes pechos. Lo único que diferenciaba a esta mujer de una super-modelo estándar era su desarrollada musculatura en sus brazos y piernas, la cual, no sé por qué, se me antojaba acariciar.
“Sí, es mi primer día”, dije un poco tímido. “Debes usar estas máquinas con moderación, no puedes empezar con el peso máximo si es tu primer día y nunca has practicado esto antes, yo puedo hacerlo, pero porque llevo desde los dieciséis años practicando halterofilia”. No me sorprendía que aquella mujer pudiera levantar tanto peso viendo su musculatura. “Verás, levántate, te haré una demostración”, me dijo. Y sin apenas esfuerzo (o eso me pareció) logró levantar en dos ocasiones cien kilos. El caso es que verla sentada y ver cómo los músculos de sus brazos se contraían me excitó.
“Esto que acabo de hacer no se te ocurra hacerlo ahora”, me dijo, “podría causarte una lesión muscular. Prueba con menos peso por el momento”. Me volví a sentar y seguí su consejo. “Trabajo aquí y puedes pedirme ayuda, también entreno aquí”. Le pregunté su nombre y me dijo que se llamaba Lidia, como la campeona olímpica, pero no tenían ningún parentesco entre sí. Me dijo los días que trabajaba allí y que deseaba ver mis progresos, esto último con un guiño. Le di las gracias y se despidió. Me quedé viendo cómo se alejaba mientras movía esos glúteos, los cuales se notaba que había trabajado en el ...