1. Aventuras y desventuras húmedas. Tercera Etapa (6)


    Fecha: 09/08/2025, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    ... suficiente.
    
    Eran ya cerca de las doce que ambos seguían totalmente congelados, solo unas partes de su cuerpo están ardiendo como en una hoguera. A Sergio todavía no le había bajado la erección monstruosa que se le puso al ver a su madre en la ducha y por parte de Mari, sus bragas comenzaban a mojarse demasiado.
    
    No había vuelta atrás, Sergio apretó los puños concienciándose de lo que iba a hacer, tenía la certeza de que saldría bien, por lo que ¿por qué perder el tiempo? No lo entendía. Quizá la duda, el pequeño porcentaje de error le ahuyentaba, al final, fallar en un cortejo era asumible, pero no cuando se trataba de su madre.
    
    De pronto una sirena le alertó, quizá los bomberos, la ambulancia o la policía que venía a detenerle por tanto pensamiento incestuoso. No sabía quiénes podían ser, pero le daba lo mismo, a los pocos segundos, en la oscura noche madrileña, aquella sirena siguió su camino, ajena a que en aquella habitación, Sergio se movió.
    
    Se dio la vuelta, al menos era un paso. En la casi perpetua oscuridad, veía la mitad de la espalda desnuda de su madre, con la coleta bien hecha y una mancha de humedad en la almohada. Movió ligeramente su cuerpo, como si no quisiera despertarla, aunque en verdad sabía que estaba despierta, lo podía sentir.
    
    Mari notó que la cama se movía, su agudizado oído debido a la falta de vista le hizo escuchar como su hijo a su espalda se acercaba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, era el momento y las primeras dudas de todo ...
    ... el viaje se posaron en su mente “¿qué estoy haciendo?”.
    
    Debatió con su cabeza tantas cosas que apenas se percató de que a los minutos, Sergio se había vuelto a mover. Lo hacía despacio, como un iceberg, lento pero con un objetivo concreto. De nuevo escuchó como la cama se movía y cerró los ojos para tomar la última elección, “¿sí o no?”.
    
    Para el joven el paso del tiempo era contradictorio, parecía que no transcurriera en ningún momento y que estuvieran encerrados en otra dimensión paralela. Sin embargo, a la vez que su pensamiento discurría por ese camino, sabía que los minutos corrían veloces en su contra y que si no hacía nada quizá nunca más podría.
    
    Otro movimiento con su cuerpo. Por fin había atravesado la mitad de la cama y podía notar como el edredón se movía en cada respiración de su madre. Los ojos se les habían acostumbrado a la oscuridad y las pocas luces indispensables como la de emergencia en la puerta o el piloto rojo de la televisión les daban algo de claridad.
    
    La sombra que era su compañera de cuarto estaba ahí, a nada, tan cerca y a la vez tan lejos. Por una vez, el joven aplacó todos los pensamientos que fluían por su mente, detuvo aquella autopista de ideas y simplemente la dejó en blanco. Por su cabeza no pasaba nada, solo veía con unos ojos bien abiertos como su mano derecha se había alejado de su cuerpo.
    
    Estaba a medio camino, apenas la había alejado levemente de su costado que ya estaba a centímetros de su madre, la cual seguía mirando a la ...
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