Derechos de madre (1)
Fecha: 13/08/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: marian09, Fuente: CuentoRelatos
... era un bebe y creía que, si no me veía, podía ser que no estuviera más.
Fue un proceso lento con los días confundidos de la cuarentena.
No, el nunca quiso tocarme o hacer nada conmigo. Se portaba con timidez y espiaba en silencio, además estaba más dulce, más obediente.
Me da mucha vergüenza decirlo pero me sentía linda, que podía excitar a un joven que sí, claro, era mi hijo, pero aunque estuviera mal eso era lo que pasaba. Veía las publicidades, las dos hijas de la vecina, las pendejas del pueblo, y sentía que mi cuerpo no entraba con el modelo de mujer. Desnuda, mis tetas ya no se podían sostener solas y caían, separándose un poco una de la otra. No eran feas, el pezón era arrugado y se veían sexys a pero igual las levantaba con las manos pensando ojala fueran así, más firmes, más altas. Pensaba por suerte no estoy gorda. Las presiones en las mujeres son muy fuertes. No estas gorda pero estas redonda y miraba los rollos suaves a mis costados y un ligero babero que empezaba a insinuarse debajo del ombligo. Podía verlo. Y faltaba lo más feo de mi cuerpo, los muslos y la cola. Sentía la carne caída, percibía la celulitis, las estrías… y a esa horrible mujer, un joven le devolvía el reflejo de una mujer hermosa??... la caída era inevitable.
Un resumen la pandemia comenzaría así: Comimos hamburguesas, dulces y nos agotamos de ver series. Jugamos a las cartas y a los dados, a la escondida en la casa y a las preguntas y respuestas. Además, cada vez que las tetas o la ...
... cola de mama quedaban al desnudo, los ojos de H estaban allí, espiando. En el momento en que la mano probaba el agua para bañarse, en la cerradura, estaba el, deseando el cuerpo desnudo de su mama. Cuando la bombacha subía por la rodilla y todavía podía verse la cola blanca, el pubis y los labios gruesos de la concha de mama, cuando se secaba lento o cuando no se secaban y se ponía así, desnuda y llena de gotitas a revolver los cajones del baño. Cada vez estaba el. Lo sentía respirar, sentía su calor a través de las puertas. Una mama sabe esas cosas.
Como me satisfacía doctor no se lo voy a decir, pero tiene que saber que nunca me vio haciéndolo y yo tampoco. Esa es una de las cosas que lo hacían parecer inocente frente a mis ojos, una tontería del encierro que le servía para alimentar sus pajas, con la única mujer cerca.
Con el fin de las disposiciones de aislamiento, se flexibilizaron las salidas y los chicos tuvieron que regresar a clases. También estaba planteado que mi esposo, su padre, regresara. Eso nos ponía incomodos como si amenazara con pinchar la burbuja de la felicidad. Pero mi marido no parecía demasiado apurado en regresar, la pandemia seguía, y los días se alargaban en esa incertidumbre.
Una mañana H falto al colegio porque se sentía mal y con el correr del día comenzó a levantar temperatura. Me asuste. Me daba rabia pensar que justo a la salida de la pandemia mi hijo fuera a contagiarse y rece, no me avergüenza decirlo aunque mi lugar sea el averno, ...