1. Derechos de madre (1)


    Fecha: 13/08/2025, Categorías: Incesto Autor: marian09, Fuente: CuentoRelatos

    ... pidiendo que no fuera nada. Acostado en su cama, monte en su cuarto mi campamento de enfermera. La fiebre subía y a pesar que intentaba bajarla con paños fríos, su cuerpo hirviente los secaba. Con esfuerzo, tiene tres veces mi tamaño a pesar de tener 18 años, lo puse de pie y lo lleve al baño. Con miedo a dejarlo caer lo senté y abrí el agua fría. Usaba de pijama un pantalón deportivo. Nada más. Me acuerdo porque después, mojado, fue muy difícil sacárselo y eso, provoco que yo también me mojara la ropa en el intento.
    
    A pesar del baño la fiebre seguía alta y apenas si reacciono para volver a acostarse. Porque no le puse la ropa?? No lo sé, su cuerpo hervía y las sabanas empapadas lo hacían parecer una mala idea. Porque me quite ahí mismo la ropa mojada pudiendo hacerlo en el baño tampoco puedo explicarlo. Eran una bombacha común y un corpiño liso que me sostenía las tetas. En ese momento pensaba solo en él, y es una verdad en mi corazón y ante los ojos del supremo que va a condenarme.
    
    También es cierto que le mire mucho la pija. Para alguien que tanto espiaba había algo gracioso ahora en el hecho de ser mirado. En el baño con los esfuerzos para desnudarlo, envolverlo en el toallon y regresarlo a la cama casi no había visto nada. Ahora tenía para mis ojos de amor maternal el cuerpo desnudo de mi hijo.
    
    Fue la primera vez que sentí, paralelo al amor de madre, deseo de mujer por el cuerpo de un hombre.
    
    Sus piernas eran largas y musculosas. Allí donde se unían, en el ...
    ... centro, arriba de una bolsa oscura y arrugada, se levantaba una torre de carne ligeramente más oscura que la piel del resto del cuerpo. Estaba surcada de venas, algunas finitas que solo se veían luego de un rato y otras que sobresalían hinchadas, llenas de sangre. La piel parecía finita, sensible, y no era chica, aun dormida parecía grande. Y gorda. Podía ver que era gruesa. La cabeza estaba cubierta por un borde de piel y apenas si asomaba una piel rosada como si dentro guardara un cariñoso animal de un solo ojo.
    
    La tarde siguió como una cadena de preocupaciones. La fiebre se mantenía constante como si fuera una tormenta y recorrí una y otra vez el camino al baño para humedecer un trapo o renovar las toallas empapadas con las que secaba su transpiración.
    
    Con la caída del sol empezó a subir la fiebre, rozando los 40 grados a delirar. Hablaba solo, palabras sueltas, y cuando lo abrace y sostuve contra mi pecho vestido solo con el corpiño, dijo mama como si fuera un niño y respirando contra mí, se durmió al influjo de las caricias que hacía en su pelo acunándolo. Luego lo recosté, cuando se durmió y parecía bajar la fiebre.
    
    Desperté minutos antes de la medianoche, la voz de mi hijo gritando: mama, mama, y su cuerpo ardiendo. Esta vez sus delirios parecían concentrados en mí.
    
    Mama te amo- decía- siempre te amé mama y extendía sus manos para aferrarme.
    
    Por supuesto que me acerque y me deje agarrar, conteste que también lo amaba y no me importo que su cuerpo desnudo ...
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