Me estrenaron (3): Pancho
Fecha: 18/08/2025,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Josel101, Fuente: CuentoRelatos
... y su tamaño. Sentí unas punzadas en el culo en una reacción que empezaba a volverse natural.
Acaricié sus bolas, acaricié desde la base de su pene a todo lo largo hasta la cabeza. La acerqué a mi boca para chuparla pero solo pude lamer sus bolas y la base de su verga, ya que erecta como estaba, llegaba por encima de mi frente. Tuve que incorporarme un poco, de pie, con el culo echado hacia atrás, como quien se acerca a un bebedero, levantado sólo lo suficiente para poder besar y lamer la punta de ese mástil y saborear el líquido que de ahí fluía.
Sabor, olor, textura y color… llenaron mis sentidos de satisfacción. ¿Como era posible que toda mi vida hubiera vivido sin conocer el placer de paladear ese artefacto de hombre? Esta maravilla no debería ser privilegio del disfrute femenino, es algo que nadie debería abstenerse de probar.
Y no había cabida para la comparación de cuál era mejor. Eso es como cuando te preguntan, si eres padre o madre, a cuál hijo quieres más y dices que todos son diferentes pero los quieres igual; así se sentía hasta ahora conocer y disfrutar cada nueva verga.
Definitivamente ¡Era una salchicha enorme y sabrosa!
No podía meterla completa en mi boca, apenas alcanzaba a tragar la tercera parte y lo grueso de su cabeza hacía difícil que pudiera mover la lengua al tenerla allí. Sólo podía chupar, mamar, succionar; pero si quería jugar con ella usando mis labios y mi lengua debía sacarla para poderla recorrer desde la cabeza hasta los huevos ...
... y volver a la punta. Eso me empezó a cansar y ya no me estaba provocando mucho placer.
Afortunadamente, no hubo que hacerlo por mucho tiempo. Pancho me detuvo y me indicó:
-Yo no quiero descargar en tu boca, te quiero coger. Enterrarte la reata y venirme en tu culo. Así que date la vuelta y ponte en cuatro.
Obedecí colocándome en cuatro, de rodillas y, para estar más accesible y más abierto, separé un poco las piernas, elevé el culo en punta y puse la cabeza contra la colchoneta; estiré los brazos hacia atrás y me abrí las nalgas con las manos. En un solo día me había convertido en todo un experto para ser enculado.
Tampoco a esta verga le tuve miedo, desconocía yo si había algún tope en el culo, un límite por el cuál una verga no podía entrar más profundo; así que gracias a mi ignorancia, esperé con ansiedad la penetración, el cuerpo relajado, disfrutando del momento y con el culo elevado y hambriento.
Había una fijación en mi pensamiento de que era muy grande, gruesa, corrugada y caliente. Eso me generaba una mezcla de deseo y curiosidad latente, ansiedad de que mi culo probara y sintiera lo que mi boca acababa de conocer.
Pancho se colocó tras de mí, me tomó de las caderas y comenzó a puntearme. El grosor le impedía entrar de un tirón, pero de cualquier forma, no era lo que el intentaba. Estaba reconociendo el terreno, dándomela a desear, haciéndome sentir antojo y esperando quizás a que yo se lo pidiera. Así lo entendí, estaba aprendiendo a interpretar ...