1. El mozo (Parte 1)


    Fecha: 22/08/2025, Categorías: Hetero Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    La primera vez que lo vi, nunca me hubiera imaginado que un día lo tendría a mi merced, gimiendo mientras lo masturbaría suavemente, mamándole los huevos y con un dedo clavado en su culo.
    
    Aquel año, trabajaba en la universidad, recibía a los nuevos estudiantes para explicarles el funcionamiento de las carreras existentes en el departamento de idiomas. Estaba en una suerte de taquilla de madera, como un bar, y mi asiento era demasiado bajo para que viera a la gente llegar. A menudo me asustaba al surgimiento de una cara encima de mi cabeza. Fue lo que pasó cuando llegó.
    
    —Lo siento, no te quise asustar, —se disculpó al ver mi sobresalto —estoy buscando dónde se hacen las matrículas para los masters.
    
    Llevaba una boina negra y un par de argollas de plata rozaban su barba. Sus ojos celestes acompañaron una sonrisa más devastadora que un huracán cuando vio mi susto. Tenía una mirada profunda y afilada como si hubiera visto exactamente lo que pasaba en mi mente. Sentí mis mejillas arder. En un par de segundos, había despertado unas ganas de sexo urgentes y animales.
    
    Ahora sé que él era de esta clase tan particular de personas que no me dejan pensar, de quién se desprende “sexo”. Con ellas, un vistazo me sobra para inspirarme un morbo irreprimible y ganas de encerrarme con ellas diez minutos en un baño y sin tomar el tiempo de quitarme la ropa.
    
    Me levanté y me senté en mi escritorio para estar a la altura de su mirada antes de contestarle. Mi falda subió ligeramente, ...
    ... regalándole la vista del velo negro y transparente de mis pantis.
    
    —No pasa nada. Mira, está en el segundo piso a la izquierda, saliendo de las escaleras, es la sala 205. ¿Conoces la universidad?
    
    —No, acabo de llegar de Madrid, estudiaba y trabajaba allí —me contestó mientras se apoyaba con los codos en la barra, mirándome a los ojos antes de volver a dejar caer su mirada sobre mis piernas.
    
    Tenía un acento madrileño rasposo que sonaba a noches de hablar fuerte en barres bulliciosos y llenos de humo. Me comentó que estudiaba el cine y que quería matricularse a clases de inglés opcionales. Me hipnotizaban sus labios, los imaginaba pasear en las curvas de mis tetas, abriendo un camino de piel de gallina hasta mi ombligo y hacia más abajo. En la mano, tenía una carpeta de la cual salía una hoja con su nombre y apellido. Me cerebro grabó el encadenamiento de letras para siempre. Mi mirada se detuvo en sus dedos. En un relámpago nítido, me imaginé chuparlos lentamente y con delicia para provocarlo mirándole a los ojos.
    
    Le expliqué rápidamente algunas cosas acerca del funcionamiento del departamento de idiomas, me agradeció, se dio la vuelta y se fue. Al volver a sentarme en mi silla, me sorprendió sentir la caricia suave y cálida de mi calzón mojado contra mi sexo. Me parecía que mi corazón palpitaba entre mis piernas.
    
    Acababa de tener mi primer flechazo sexual: quería a este chico aquí y ahora.
    
    No lo volví a ver durante los tres años siguientes, pero le dediqué la ...
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