1. El mozo (Parte 1)


    Fecha: 22/08/2025, Categorías: Hetero Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    ... una sonrisa rapaz.
    
    Habíamos planeado juntarnos con otros amigos para ir a cenar. A pesar del buen humor de los compañeros que me acompañaban y de la calidad del pesto que acompañaba mi pasta, la cena me pareció interminable. Trataba de participar a las conversaciones con poco éxito, no conseguía enfocarme en lo que decían. Tenía un encadenamiento de imágenes que asaltaban mi mente, una película de las más morbosas que supiera hacerme, con el mozo en actor principal y bajo todos los ángulos. Me imaginaba encontrarlo después de su servicio en el bar, lo esperaba al lado de la puerta usada por los empleados del bar en un callejón desierto y oscuro. Era el último en salir. A penas me veía que me pegaba a la pared al lado de la puerta, como si me hubiera esperado toda la noche. Nos besábamos con furia, su lengua era suave y ágil, acariciaba la mía antes de dejar el paso a un ligero mordisco suyo de mi labio superior. Sentía su verga endurecerse contra mi pubis, mi boca bajaba de su boca a su cuello, desabrochaba su correa, abría su pantalón y me ponía a chuparlo con gula, sin destacar mi mirada de la suya, celeste y arrecha. Me imaginaba que también tendría esta mirada al lamerme las tetas, acariciando suavemente mi clítoris antes de apoderarse de mí con su mano, hundiendo sus dedos en mi sexo húmedo, abriéndolo para recibir su verga. Las imágenes desfilaban en mi cabeza, me parecía escuchar sus suspiros y sus palabras crudas, era su putita, su perra, lo que quería, le ...
    ... suplicaba que me la metiera…
    
    —Se está derritiendo tu helado —me dijo la amiga que estaba sentada a mi lado, —si no lo vas a comer, déjamelo.
    
    —Si claro, ya no tengo hambre, pedí el mismo postre que ustedes por inercia.
    
    No había hablado casi nada de toda la cena, estaba absorta en mis pensamientos. Cuando por fin pagamos la cuenta y salimos del restaurante, a ningún de mis amigos se le ocurrió insistir para que los acompañe a tomar un trago cuando dije que me sentía cansada y que prefería irme a dormir. Me despedí y me fui caminando en dirección de mi departamento. Después de una cuadra y de cruzar la avenida, doblé a la izquierda, en dirección de la estación de trenes, opuesta a la ruta que tenía que tomar. No pensé, era como si mis piernas estuvieran controladas por un piloto automático. Había puesto rumbo al bar en lo cual había vuelto a encontrar él que me había obsesionado durante toda la cena. Mi cuerpo parecía jalado por un hilo invisible hacia él.
    
    Entré y me instalé en la barra, buscándole discretamente con la mirada. Mi falda corta y ligera se levantó en el momento de sentarme en la silla alta. Sentí la madera antigua, cálida y suave contra mis muslos desnudos y mis nalgas que la minúscula tanga de encaje que llevaba dejaba descubiertas. Me gustaba este contacto, tenía algo excitante. Parecía que todo mi cuerpo se estaba despertando y que mi sensibilidad llegaba a su colmo. Crucé las piernas para tratar de calmar el calor que empezaba a irradiar desde mi sexo, ...
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