El mozo (Parte 1)
Fecha: 22/08/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... buscando maquinalmente algo en mi celular para darme contundencia.
—Señorita… ¿Qué quieres tomar?
De la nada, había aparecido del otro lado de la barra y sus ojos habían vuelto a agarrar los míos, como un par de anzuelos que pescan el alma.
—Este, te lo regalo porque regresaste —siguió.
No me acuerdo qué le pedí. Sé que conversamos un poco. Sé que fue placentero. Sé que cada vez que nos agachábamos por encima de la barra para escucharnos en medio de la bulla del bar, mi mejilla rozaba su barba. Hasta sentí el frescor de su argolla contra mis labios. El bar no tardó mucho en cerrar. Con sus colegas, se despidieron de los últimos clientes y me invitó a quedarme un rato, con algunas personas que tenían el privilegio de poder pedir un último trago en el bar vacío y de prenderse un delicioso cigarro prohibido una vez las cortinas cerradas.
—¿Estás seguro de que me puedo quedar? —le pregunté.
—¡Por supuesto! Déjame terminar de limpiar un par de cosas y si quieres, vamos a otro sitio. Suelo juntarme con amigos cuando cerramos, pero esta noche no están. No nos costará conversar juntos y pasarla linda, estoy seguro.
A veces la vida regala este tipo de oportunidades que te dejan sin voz porque, hasta en tus más optimistas escenarios, no te hubieras atrevido a imaginar que podría ser tan sencillo ni tan fácil. Con todos mis esfuerzos, conseguí simular un par de segundos de reflexión, mirando en el vacío, como si consultara mi agenda nocturna, supuestamente ...
... llena.
—Um… ¿Por qué no? No tengo sueño y para ser honesta, me gusta tu compañía. Normalmente no me atrevo a este de cosas, pero me caes bien.
Cerré la boca para que mi corazón no se escapara por allí dado los saltos que daba en mi pecho. Pareció apreciar mi atrevimiento y su sonrisa se hizo aún más grande.
—Qué bien, también te quiero conocer y como vivo de noche, no me alcanza el sueño antes de la madrugada.
Una chispa encantadora de excitación se había prendido en su mirada. Era obvio que no íbamos a dormir.
*****
Sonaba un rock de los noventa y el sótano estaba repleto de gente. Cuando bajé la escalera de este bar que no conocía, tuve la misma sensación que la primera vez que había viajado a la selva amazónica. Un soplo húmedo y cálido subía del sótano. Me agarró la mano para guiarme en medio de la gente bailaba, tomaba y fumaba. Había poca luz pero con los rayos amarillos y rojos que se escapaban de la escena, conseguía ver nítidamente algunos trazos de los tatuajes que tenía en los brazos y que se escapaban de su camisa que había arremangado. Obviamente me pregunté qué eran y se tenía más, escondidos debajo de la tela de lino blanco. Me gustan los tatuajes, pero desde muy cerca, cuando se puede detallar la textura de la piel impregnada de tinta. Me parece que solo así se siente su permanencia y su vida, cuando se puede ver cómo se estremece la piel ennegrecida.
Nos sentamos en unos bancos en el fondo de la sala. Sentí de nuevo el contacto suave de la madera ...