Por la unión de la familia (4)
Fecha: 08/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... abierto a chorro… Aulló en alaridos de placer, soltando por su boca lo más procaz, soez, que nadie pueda imaginarse… “¡¡¡Venga, venga, Alvarito, hijito mío, cariño mío, maldito cabrón, cerdito mío incestuoso; dame polla, más, más, polla!!!”… “Aaagg”… “Aaagg”… “Aaagg”… “¡¡¡Fóllame, cabrón, cabronazo; fóllate a tu madre…a tu puta madre, bien, bien follada...hijo de puta…maldito hijito mío, maldito hijito de la puta de tu madre!!!”...
Pero todos esos orgasmos, todas esa consecutivas venidas que se provocaba y gozaba, no alcanzaban a apagar ese intenso fuego, esa horrenda hoguera que la devoraba en cuerpo y alma, pues por mucho que eyaculara el ansia que la dominaba no cedía un ápice, sino que más bien, crecía en inusitados puntos…
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Las Navidades pasaron, quedaron atrás, y la vida volvió, de nuevo, a la normal y, a veces, aburrida cotidianeidad, desgranándose día a día los de Enero de 1997, para, ya a fines de mes, variar la vida de Álvaro cosa fina, pues, al fin, le asignaron juzgado, y nada menos que uno de los de la Plaza de Castilla, uno de los Juzgados Centrales de Madrid. Acabó Enero y Álvaro cobró su primer sueldo del Estado, y entonces introdujo una variante que, casi de inmediato, significó un giro copernicano en su vida.
La cosa fue que decidió independizarse totalmente de la tutela paterna, largarse de casa para habitar un pisito de soltero; un estudio, que antes se decía, con una sola habitación que de día era estar, ...
... comedor y cocina, todo en una pieza, y de noche dormitorio, gracias a un sofá cama, más un baño casi completo, pues en vez de bañera tenía plato de ducha; además, se lo buscó muy en las inmediaciones de la plaza de Castilla, en la barriada de Tetuán, calle Capitán Blanco Argibay, semiesquina a Bravo Murillo, a tiro de piedra de los Juzgados Centrales, a diez, quince minutos a pie.
Y claro, cuando le dio a su madre la nueva, que se iba de casa para vivir por su cuenta, ella se derrumbó, echándose a llorar como una magdalena, pues él era lo única razón de su vida y, al perderle, ya nada tenía interés para ella. Y le planteó con toda claridad lo de empezar a vivir juntos, aunque sólo fuera como madre e hijo, no como pareja conyugal, si él así lo prefería.
Álvaro intentó negarse, zafarse de ello, aduciendo que todavía no podía mantenerla como él quería; no como su padre la tenía, claro está, pero mucho mejor de lo que en esos entonces podría.
·Mira cariño, amor; hace un año te dije que si aceptaba dejar a tu padre e irme contigo, de qué viviríamos; con qué medios podrías mantenerme, mantenernos a los dos. Entonces eras un vago, sin oficio ni beneficio; hoy ya no lo eres, sino que dispone de empleo fijo, medios para poder vivir los dos juntos. Yo, mi amor, para vivir y ser feliz, dichosa, no necesito lo que tu padre me da; desde que, en cierto modo, estoy contigo, soy mucho más feliz, muchísimo más dichosa que nunca lo he sido, porque de ti recibo lo que él nunca nadie me dio: ...