1. Cuatro me aman, y las cuatro son ajenas


    Fecha: 29/08/2025, Categorías: Incesto Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    Melina, Lucrecia y Cristina son sobrinas por parte de mi hermano, mayor que yo por siete años, y han tenido la suerte de heredar una sola de sus características notables, su buen corazón. Se libraron de ser corpulentas, poco agraciadas y con un pésimo carácter. La belleza, físico hermoso y proporcionado, y trato generalmente afable son aportes genéticos de la madre, lo cual hace que dicha pareja sobresalga por el contraste, y quizá esa diferencia haya obrado a favor para que el matrimonio tenga más de dos décadas. Estas mujercitas se llevan dos años, siendo Cristina la menor con dieciocho.
    
    Yo, Alejandro, estoy próximo a los cuarenta, permanezco soltero y tengo un pasar más que bueno, pues a lo heredado de mis padres le agrego, mes a mes, los ingresos que me genera un centro de hemodiálisis del cual soy dueño.
    
    Por acuerdo, en vida de mis progenitores, ambos hermanos vivimos en el enorme predio donde se levanta la casa paterna, Julio construyó según su gusto y necesidades familiares, yo sigo en la casa de siempre, pues me niego a soportar la presión desgastante que significa edificar, y por eso es que la casa de los abuelos, hoy mía, mantiene su condición de espacio familiar al cual se puede acceder sin mayores limitaciones.
    
    Un sábado, a media mañana, saboreaba un café en la cocina comedor cuando me llamó la atención el diálogo entre mi cuñada y la menor de sus hijas, en el pasillo fuera de mi vista.
    
    - “Cristina, pienso que antes de entrar a esta casa debieras, por ...
    ... lo menos, anunciarte”.
    
    - “Mamá, desde que tengo memoria me he manejado así, entro y salgo cuando quiero, sin pedir permiso ni dar explicaciones, pues el tío Ale nos vive diciendo que esta casa es tan nuestra como la que tenemos de vivienda. No entiendo por qué debiera cambiar”.
    
    - “Porque seguramente Alejandro necesita momentos de tranquila intimidad como cualquier persona”.
    
    - “Totalmente de acuerdo y yo soy respetuosa de eso. Sin ir más lejos, una hora atrás, la puerta cerrada de su habitación es el aviso de que no desea ser molestado, y hubiera seguido de largo lo más tranquila pero los gritos de una mujer me paralizaron”.
    
    - “No habrás estado fisgoneando”.
    
    - “No, pero cuando escuché <Lubricame bien antes de entrar por atrás>, me di cuenta que debía respetar la intimidad de Ale, y me fui”.
    
    Al terminar la conversación me concentré en mensajes del celular y así me encontraron ellas al entrar. Un observador externo hubiera visto la cara despreocupada del varón, una cierta palidez en la mujer mayor y picardía en los ojos de la joven.
    
    - “De más está decirlo porque ya lo saben, están en su casa, sírvanse lo que quieran”.
    
    Ese domingo estaba previsto comer un asado en el quincho que hacía de unión entre ambas casas, tarea que esta vez me tocaba. Los invitados eran un matrimonio amigo con sus hijos y los novios de mis sobrinas. Éstas y su madre estaban preparando la mesa larga y después seguía yo solo. En un alto me preguntaron cómo me llevaba con mi hermano, ...
«1234...13»