1. Libertad condicional (II)


    Fecha: 30/08/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... jaqueca, —mintió.
    
    —¡Tómate algo! No te vayas así, —le sugirió.
    
    —Lo haré, —afirmó. Después separaron sus caminos y cada cual condujo hacia su respectivo despacho.
    
    Ya en el bufete tomó otro café con su secretaria. Diez minutos de cháchara para a continuación sentarse a recopilar pruebas para el caso en el que trabajaba.
    
    No pasaron ni cinco minutos cuando saltó un mensaje de WhatsApp. Vio de quien se trataba sin abrir la aplicación y lo obvió. Otro “bip” volvió a sonar y escudriñó sabedora de que alguna trivialidad se le habría antojado a Hassan.
    
    —Necesito que hablemos fierecilla. —Sólo será un momento.
    
    Estaba convencida de conocer el verdadero significado de ese “necesito que hablemos”, así como el de “sólo será un momento”. Un momento que bien podían ser dos o tres horas. No necesitaba ni la primera opción, ni tampoco la segunda.
    
    —¡Hassan! Tengo trabajo. Intenta no molestarme. Yo te iré poniendo al día si hay alguna novedad. No te preocupes, —escribió.
    
    —Necesito verte, —repitió.
    
    —No me escuchas, Hassan. O no me lees.
    
    —Es importante, créeme.
    
    —No, no lo es y lo sabes.
    
    —Lo es, —contradijo.
    
    —Está bien. Ven a mi despacho.
    
    —No puedo. No tengo con qué ir.
    
    —Coge un bus.
    
    —No tengo dinero. Lo gasté todo en la fianza.
    
    —¡Serás cabrón!
    
    —¡Vente! —insistió.
    
    Merche sabía que aquella, bien podría convertirse en una conversación de besugos y que podían estar toda la mañana con el toma y daca sin hacerle cambiar de parecer. Barajó la ...
    ... idea de ignorar sus mensajes y también la de apagar el móvil, pero éste era una herramienta importante de su trabajo. ¿Por qué insistía en complicarle la vida de aquel modo? O mejor dicho, ¿por qué jugaba con ella con semejante altanería y descaro? Con todos sus defectos, reconocía que tenía carácter. Su palabra siempre era la última.
    
    —Iré en cuanto pueda, —escribió dando por concluida la conversación.
    
    —No tardes, —contestó haciendo honor al último apunte.
    
    Hizo unas llamadas, recopiló información para uno de los casos en los que trabajaba y revisó su agenda. Tenía una cita en hora y media y otra en dos horas y supuso que sería suficiente para despacharlo. A continuación le dijo a su secretaria que se ausentaba. Seguidamente enfiló hacia el barrio marginal que detestaba. Aparcó varias manzanas antes y caminó en dirección al antro donde tantas veces había estado.
    
    Llamó al timbre y no tuvo que esperar más de dos segundos. La puerta se abrió de inmediato con un atronador ruido. Subió los tres pisos y Hassan la esperaba en la entrada. La hizo pasar y Merche lo contempló de arriba a abajo. Vestía unos vaqueros cortados y deshilachados por arriba del muslo. Sin nada en la parte de arriba, exhibía su fibroso torso con pretensiones provocadoras.
    
    —¿No puedes ponerte una camiseta al menos? —le recriminó.
    
    Pese a ser una mujer acostumbrada a manejar situaciones comprometidas, e incluso al límite, con Hassan se sentía incómoda, ya que entendía que con él no controlaba nada. ...
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