1. El cuñado (Parte 2)


    Fecha: 08/11/2018, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    Desperté cuando el sol estaba justo en frente de mi ventana y sus rayos quemaban mi rostro. Mi cuerpo se sentía como su hubiese participado en triatlón, y como si hubiesen usado mi ano como afilador de cuchillos. Por suerte la crema que me había puesto Robert calmaba el ardor, pero, aun así, sería un desafío para mí aparentar que todo estaba bien con mi cuerpo. A pesar de lo anterior mencionado, tenía una sonrisa dibujando mi rostro. Era bastante masoquista después de todo, pero la sonrisa no se iba. Tuve una erección al recordar cómo la noche anterior mi cuerpo era acariciado por él. Instintivamente tracé con mi mano el recorrido que él hizo desde mi cadera hasta mi axila, acariciando todo mi costado y deteniéndome en cada costilla, tal cual hizo él. Pero, lastimosamente, no se sentía igual. Me giré asustado, recordando que la habitación la compartía con mi hermano. Él yacía boca arriba, durmiendo profundamente sobre las tapas de la cama, y con la boca ligeramente abierta. La luz dorada del sol acariciaba la mitad de su cara, haciendo brillar el canela de su piel y sacando destellos amarillentos de su pelo castaño. Su nariz se erguía recta y bien perfilada, terminando en gruesos labios perfectamente delineados. La nuez de su garganta se marcaba de forma bastante masculina en su estilizado cuello. Subió y bajo cuando tragó saliva. Noté que estaba teniendo un buen sueño cuando descubrí la considerable carpa que se elevaba sobre sus calzoncillos holgados. Sentí ruidos en la ...
    ... escalera y supe que los demás ya estaban bajando a desayunar. En ese instante mi estómago crujió como si tuviese encerrado un león hambriento de un circo pobre. Me estiré e ignoré la fatiga muscular. Cuando me puse de pie mis piernas temblaron y sentí un pequeño malestar en mi culo. Respire profundo y comencé a vestirme. Segundos después me encontraba caminando a duras penas hacia la cocina. Su sonrisa fue lo primero que me saludó. De alguna forma lo veía diferente. Radiante. Feliz. Enérgico. -Buenos días –dijo de forma sonriente-. ¿Qué tal dormiste? -Excelente –respondí-. Aunque me duele todo –agregué en susurro. -Buenos días, hijo –saludó mamá llegando con la tetera-. ¿Te sientes mejor? -Creo que sí –contesté mientras me sentaba al lado de Robert. -Genial. Pero hoy tendrás que protegerte más del sol. Así que evita exponerte mucho –dijo. -Toma –me susurró Robert mientras mi mamá se giraba a buscar algo en el mueble-, te hará bien. -¿Qué es? –pregunté recibiendo lo que me estaba entregando. -Es un relajante muscular –sonrió-. Venías caminando como Bambi recién nacido. Eso podría despertar dudas. Así que tómate esto para que se te pasen un poco las molestias. -Está bien –dije. En ese momento mi hermana venía bajando las escaleras y procedió a sentarse al otro lado de Robert. Luego se sumó mi papá y, por último, mi hermano. Todo marchó bien y me di cuenta que el plan de Robert había funcionado a la perfección. Durante el día lo noté un poco distante. No lo culpé, ya que estaba ...
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