El cuñado (Parte 2)
Fecha: 08/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... mano tomó mi tobillo y con la otra, mi rodilla. -¡Espera! Me duele –fingí. Estaba comenzando a sudar, y no era por el calor precisamente. Estuve luchando unos segundos, y gracias a la fe cristiana, cuando mi pierna estuvo completamente estirada, mi erección ya no era visible. Respiré aliviado y me levanté simulando que me había quedado sensible la pierna. Bernardo me miró de reojo, sondeando mi rostro, buscando algo invisible dentro de mí. -Estas un poco raro hoy –dijo simplemente. No quise decir nada para no alargar la conversación. Lo que sucedió después no tiene importancia ni relevancia. Con Robert no sucedió nada y pronto tuvimos que volver a la ciudad. Ese verano iba a ser un poco distinto, mamá comenzaría a trabajar de nuevo, y como Bernardo estaba de vacaciones, me iba a tener que quedar bajo su cuidado. Saber eso me preocupó. Desde mi primera experiencia sexual, estaba muy hipersensible a estímulos. A partir de ese día mi mente se abrió a un mundo distinto y ya nada lo veía igual que antes. Pero ese no era un problema por sí sólo, sino el hecho de que comenzaba a mirar distinto a mi propio hermano. Varias veces intenté insinuarme a Robert para que me apagara el fuego y me hiciera olvidar a Bernardo. Robert se sentía alagado y contento de que le rogara verga, pero siempre se negaba debido a que el trabajo le estaba exigiendo demasiado y no tenía mucho tiempo libre. Para empeorar la situación, Bernardo era muy amistoso y simpático conmigo, y siempre le gustó que ...
... pasáramos tiempo juntos. Lo que ahora me incomodaba. No en el mal sentido, claro, me agradaba estar con él. Pero, por momentos, imágenes retorcidas se me venían a la cabeza y comenzaba a perder el control. Se me hacía difícil verlo con su sudadera sin mangas y sus boxers, sin imaginármelo completamente desnudo. Facilitado por el hecho de que ya anteriormente lo había visto así, por lo que imaginarlo no se me hacía complicado. Me sentí sucio. Era mi hermano. ¿Cómo era posible que lo viera así? Era culpa de mi cuerpo. Había tenido la prueba de algo glorioso y estaba exigiendo a gritos más. Pero Robert no aparecía, ya que el trabajo lo absorbía. Era una tortura. Estaba desesperado y no sabía qué hacer. Soñaba que mi cuerpo era acariciado, y despertaba con mis calzoncillos húmedos al otro día. Eso sólo era prueba de que mi cuerpo demandaba atención. Demandaba sexo. Lo exigía. Ese día en particular desperté demasiado excitado. Decidí tomar una ducha helada para bajarle la temperatura a mi cuerpo. Pero todo se salió de control cuando mi mano llegó a mi culo y se puso traviesa. Mi mente viajó a esa noche en la playa y recordó el tacto de sus dedos jugando con mi ano. Recordó cuando fue abierto e invadido. Sonreí con nostalgia al notar mi ano cerrado, otra vez. Era interesante como volvía a su forma normal, ya que creía que iba a quedar así de abierto para siempre. Mordí mi labio cuando mi índice recorrió los pliegues de mi orificio. La llamada del otro lado de la puerta me sobresaltó: ...