HORMIGONANDO 2 - Relatos Eróticos

HORMIGONANDO 2

... tres pocillos. El contador seguía en su cubículo. No sé, ni me importa si supone algo… 
-¿Mañana venís? – Sole quería precisión.
-Cuando me avisen que están solas… No quiero hacer escándalo.
-Bueeeeeno…, somos vecinas…, ya llegará el momento… - Todos pensamos en mi casa.
A los cuatro días nueva llamada. Ahora es Soledad. Le pregunté la edad, por las dudas. 18 recién cumplidos. ¡Menos mal! Parecía mayor. No quiero cogerme a una menor en presencia de otros. No hubo mayor variante. Solamente que, según ella, no estaba en días fértiles…, así que le acabé en la conchita, pero no sin antes una buena cubana con las suculentas tetas de la nena y una mamada de diez minutos… También le encantó y los tres orgasmos fueron excelentes. No puedo decir cuál de las dos lo hace mejor.
-Dani, ¿cuándo podemos ir a tu casa? – Sofía me encaró directamente.
-Ya les voy a decir. No hay apuro, estaré varios meses.
-Tenemos muchas ganas de estar un par de horas tranquilas. – Fue Soledad la de la propuesta “a dúo”.
-Llegará, llegará. – Tomé el café y me fui. 
Pasaron varios días. Evidentemente no había posibilidades de que fuera a “tomar café”…, o estarían ocupadas con los muchachos de la oficina. 
Era un martes a la mañana cuando fui a lo que llamaban el súper, que en realidad es lo que antiguamente se denominaba “almacén de ramos generales”. Con el carrito andaba tratando de comprar lo que realmente me hacía falta, cuando se me acercó una señora con una criatura. 
-Hola señor, perdone ...

... que lo moleste…
-¿Si? Diga…
-Usted es el ingeniero que trabaja en la construcción de la fábrica…
-Si, efectivamente…
-¿Sabe? Ella… sí…, sé que es chica… Pero… mi nena dice que quiere ser ingeniera como usted…
-¡Jajaja! ¡Qué vocación por el “sufrimiento” tan temprano! – Me lo tomé como una joda…, pues no lo entendía de otra manera.
-Si… ¿vio? Es raro…, pero el padre… es del gremio…
-Bueno, espero que estudie lo suficiente para llegar.
-Si, claro, voy a estudiar. – La nena parecía decidida. Encantadora, del estilo, la decisión y la edad más o menos como Jazmín. - Me gusta mucho, lo veo en revistas…, los edificios son lindos…
-Podrías dedicarte a la arquitectura, tal vez sea mejor…
-Y…, si. Pero ahora… bueno, perdone ingeniero, pero…, nos gustaría, si es posible, ver la obra…, digo…, si nos invita podría ser para… - La mamá daba “manija” a la inquietud de la hija.
-Si, ingeniero, me gustaría mucho ver la construcción. – La nena intervino acentuando el propósito de la mamá.
-Veré si se puede…, por seguridad… ¿vio?
-Aunque sea de lejos…
-Me voy a fijar…
-¿Nos avisa?
-Claro… Deme un número…  
-Aquí está. Mándeme un whashap… Esperamos su aviso…
-Muchísimas gracias ingeniero. Es usted muy bueno… - La nena mostró su agradecimiento acariciándome una mano… 
¡Lo único que me faltaba! ¡Y ni los nombres sé! 
-Perdón… ¿señora?
-¿Si? – Ambas se dieron vuelta.
-¡No sé su nombre!
-¡Uy! ¡Perdone Ingeniero Daniel! Como nosotras sabemos el suyo…, ni se me ocurrió pensar que ...