LA CRUEL Y DESPIADADA TÍA ÚRSULA. - Relatos Eróticos

LA CRUEL Y DESPIADADA TÍA ÚRSULA.

... enfurecida a mi habitación. Iba llena de objetos en su bolsillo a mi encuentro andando a pasos enfurecidos por el pasillo. Resonaban sus botas planas grandes sin tacón que portaba en aquel momento en casa, cada paso resonaba en el pasillo. Ya no había vuelta atrás, me había excedido demasiado en mi comportamiento.

Entró en mi habitación temporal que me había cedido durante la estancia en su casa. Cerró la puerta y comenzó a enfundarse de nuevo sus guantes de goma largos y gruesos de uso doméstico que la llegaban hasta el principio del codo. El rechinar de la goma resonaba en la habitación enfundándose los guantes en sus manos y brazos.. Quedé asombrado, no entendía el comportamiento de mi tía Úrsula. Allí estaba plantada en la puerta con su delantal, enfundándose los guantes y mirándome fijamente con su rostro malhumorado y su pelo lleno de rulos. Comencé a reírme de nuevo de ella a carcajadas. 

-	¡¡ Túmbate bocabajo sobre la cama ahora mismo ¡¡ - Me ordenó con un tono de voz imperativo y enfadado mientras terminaba de enfundarse los guantes tirando del extremo de la goma. Por supuesto que no obedecí, no iba a obedecerla. Terminó de acoplar los guantes a sus manos y se dirigió hacia mi enfadada. Parecía un tren de mercancías debido a su peso aproximándose hacia mí a toda velocidad. Antes de poder reaccionar metió una mano enguantada por dentro de mi ropa interior. En ese momento ya estaba quitándome la ropa y estaba en camiseta y calzoncillos para estar cómodo en mi ...

... habitación. Su mano enguantada agarró mis testículos por dentro de mi ropa interior  de una forma brutal. Creía que me los arrancaba al retorcerlos, escuché el rechinar de la goma de sus guantes  retorciéndolos. Ahhhhhhh AAAAAAhhhhhhhhhh comencé a quejarme sujeto por mis huevos. El dolor era muy intenso, una sola vuelta más con su mano y los reventaba. 

Obedecí al instante agarrado por los huevos, no tenía mas remedio, el dolor era muy intenso. Me tumbé sobre la camba bocabajo retorcido de dolor. Soltó mis testículos y sacó una especie de pañuelo de seda de su bolsillo.  En ese momento solo me preocupaban mis huevos, me los había dejado muy doloridos, apenas podía moverme. Comprobé que la tela eran unas medias de lycra  de una talla muy grande de color marrón, eran suyas. Me ató las manos a mi espalda con sus medias apretando duramente, me hacía daño la tela en mis muñecas de lo apretadas que estaban. Los dos extremos de las medias sobrantes los acercó a mi cabeza y rodeó las medias en mi cuello, hizo un nudo. Quedé atado de manos a la espalda y sujetas hacia atrás a la altura de la cabeza rodeándome el cuello. Al intentar defenderme comprobé que si movía las manos, la media se aprisionaba en mi cuello y me asfixiaba. Debía estar quieto y con las manos elevadas hacia atrás sino quería que la seda oprimiese mi cuello. Aquella técnica me dejó perplejo, ¿cómo sabía mi tía hacer aquellas ataduras que te quitaban el aliento si te movías?

Ató mis pies con una cuerda rodeando mis ...