LAS TRES GRACIAS - Relatos Eróticos

LAS TRES GRACIAS

... casa. Tampoco quería que Karina se molestara por reiterar mis “oficios” a su amiga, antes que a ella. ¡Con las mujeres nunca se sabe! 
Dio resultado el analgésico. Al mediodía estaba en condiciones para “empezar de nuevo”, como dijo la farmacéutica. Pedí algo a la rotisería y almorcé. Luego a dormir nuevamente. Un par de horas, y me puse con las planillas y planos de la obra. No tenía otra cosa que hacer y siempre es bueno estar al tanto del trabajo.
¡Y fue lo que tenía que ser! A las cinco y media sonó el teléfono. Felisa lista y preparada. Acepté su “propuesta”. En 15 minutos estaba en casa. Tal como siempre, la recibí con mi pantaloncito de futbol y la pija bien al palo. ¡Lo que ella quiere y le importa! 
-¡Papito! ¡Siempre listo! – Se agachó inmediatamente, me la sacó por una de las piernas del short y sin demora se la mete en la boca. ¡Cómo no me iba a doler la cabeza así! Comienza a darme una tremenda mamada. Me mentalicé para aguantar la excitación de su trabajo bucal. Luego de un rato de mamármela, se para.
-¡Qué bueno sos! ¡Cómo aguantás! ¡En la escuela dos chupadas y los boludos acaban! – Se saca la camiseta y la calza. Como diría Marilyn, ¡sólo le queda el perfume! Felisa es una bomba, sin duda. 
La abracé y nos besamos apasionadamente, luchando con nuestras lenguas, y nos recostamos en el sofá de la sala. Me senté, todavía con el pantaloncito, pero la pija siempre al aire. Felisa se montó a horcajadas, acomodándose la pija en el centro de los labios, y se ...

... asentó contra mí, mientras chupo sus tetas. Cabalga suavemente, con los ojos entrecerrados y la boca entreabierta, respirando agitada.

Legué hasta el fondo…, en realidad ella llegó hasta el fondo. Felisa comenzó a moverse hacia atrás y delante, en círculo, sobre mis piernas. ¡La nena cada día coge mejor! ¡Y cada vez más caliente! Los ojos en blanco y estremecimiento cual terremoto. ¡Su primer orgasmo llegó al toque! La concha me apretaba como si fuera una mano. Como la pija sigue dura se sigue moviendo, refregando sus jugos sobre mi pantalón y mis muslos. De pronto me besa y me habla al oído, como si fuera un secreto.
-Papito, vamos a la cama. Quiero que me abras el culito, ¡tengo muchas ganas! – Se levantó y me tomó de la mano. - ¡Jajaja! ¡Te embarduné toda! No me di cuenta que tenías el pantalón.
	Fuimos abrazados al dormitorio. Me sacó el short y las zapatillas. Y se colocó en cuatro en el borde de la cama. Besé, lamí y chupé todo, concha, perineo y culo. Le unté con el gel. Le metí un par de dedos. Esfínter perfectamente elástico. No quiero hacerle daño. Me unté la pija y apoyé el glande justo en el hoyo. Empujé y la enterré toda, hasta las tripas…
-¡Aaaahhh! ¡Dios! ¡Qué taladro! – Felisa apretó las sábanas y se afirmó. 
	Comencé a bombear lentamente. Felisa gemía y suspiraba. Aumenté la velocidad.
-¡Síííí papitoooo! – Volvió a estremecerse y en dos minutos volvió a correrse. ¡Tremenda sacudida! ¡Qué culo tan hermoso! - ¡Qué rico!
-¿Querés que te lo llene?
-No, no. ...