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Celebraciones familiares (3): El cumpleaños (Continuación)
Fecha: 12/11/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... lo aguante! María Luisa: ― ¡Qué burra eres! Mi mujer prosiguió su relato mientras Piedad se partía de la risa. En cambio, María Luisa ponía cara de resignación. Teresa: ― Pues resulta que Roberto estaba viendo una peli y se me ocurrió hacer un experimento. Las tetas apretadas con el sujetador nuevo, las braguitas enseñando medio culo, las medias de elástico y encima… el abrigo nuevo de las rebajas. Piedad: ― ¡Menuda eres…! Teresa: ― Después voy para el salón y me pongo delante del televisor, él pregunta enfadado “¿Qué haces?” y le pido su opinión sobre el abrigo. Piedad: ― ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! María Luisa: ― ¡Qué valor tienes! Teresa: ― Como os podéis imaginar enseguida respondió que sí para que le dejase seguir viendo la peli… pero entonces me quité el abrigo y… ¡Tachán! a qué no sabéis qué pasó. María Luisa: ― Seguro que se quedó pasmado tratando de entender, y después se tiró sobre ti como un lobo. Todos los tíos son unos salidos. Piedad: ― ¡Con lo bueno que está tu marido! ―suspiró Piedad― ¡… y no te molestes prima! Teresa: ― No te preocupes. Conozco a unas cuantas que se pasarían el día comiéndole la polla. Piedad: ― ¿Dónde hay que apuntarse? ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Mientras Teresa y Piedad se partían de risa, María Luisa se resignaba sin dar crédito al tono tan explícito de la conversación. Ella se sentía incómoda hablando de hombres y de sexo. Eso era algo íntimo. María Luisa: ― ¡Qué idiotas sois! En lugar de disfrutar de tener a un hombre ...
... a vuestros pies, atento a vuestros deseos... sois vosotras sus esclavas... Teresa: ― Esclavas sí, pero de “nuestro” placer. María Luisa: ― Justo lo contrario. El placer te acaba dominando, te hace débil y estúpida. Las mujeres estamos hechas para controlarles privándoles de lo que les gusta. Teresa: ― ¡Qué perversa! Piedad: ― Cada una disfruta a su manera. Unas del poder, y otras de algo grande y duro. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Teresa: ― El caso es que Roberto se la sacó y me hizo chupársela hasta que pusieran publicidad. Piedad: ― ¡Qué cabrón! Teresa: ― “Volvemos en 7 minutos”. No sé porque narices te avisan. Pues me puso a cuatro patas y mientras veía anuncios de coches... ¡Tres orgasmos en siete minutos!―exclamo con orgullo. Caminaban a paso ligero, como si fuese la hora de recoger los niños del colegio. María Luisa no dejó de refunfuñar por la actitud de mi esposa. A ella eso le sirvió de acicate para inventar ciertos detalles con intención de enojar aún más a la mujer de Rodrigo. Mi mujer puso esmero en describirse como una esposa alocada y sin complejos sexuales, a diferencia de la estricta María Luisa. No vaciló en confesar que a veces se comportaba una esposa sumisa que goza recibiendo tirones de pelo y azotes en el culo, que a veces era capaz de demandar a su esposo que la atase, que le hablase de forma obscena, que la tratase con firmeza y sin contemplaciones... En cuanto a mí, los encargos de María Luisa me tuvieron toda la mañana currando como un ...