El negro, mi nuevo vecino. (Parte 2)
Fecha: 20/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... Rómulo comprando unos hielos. ¿Y tú, qué andas haciendo por estos lares? — Es que por la casa no había queso. — Este tiene bastante —dijo señalándome a mí. Pero yo a Daniel ni lo había visto. Es que ni el nombre lo recordaba. — ¿Sisa? —preguntó Daniel e hizo una seña con los dedos (que es como aquí llaman marico a la gente) El Negro solo asintió y seguimos caminando. Yo no le presté mucha atención en ese momento a Daniel. Ni recordé su cara o cuerpo ni su voz o nombre. Nada. Pasó desapercibido para mí. Muchísimo después fue que supe ciertas cosas. Llegamos a la fiesta, en la cual no pasó gran cosa. Era una fiesta infantil y lo paradójico de todo es que ya eran las once de la noche. En el transcurso de la fiesta bailé, hablé con mis amigos, y hubo un momento en que no noté más la presencia de El Negro y me dispuse a buscarlo. Incluso le pregunté a su mujer, y me dijo que debía estar es su cuarto, que fuese a ver. Obvio fui. Toqué la puerta, dijo que pasara. Y ahí estaba. Acostado en monos grises de dormir (los cuales le marcaban el guebo y el culo) viendo televisión. Tenía una franelilla (guardacamisas) blanca. Sus brazos grandes y musculosos relucían mejor que nada. — ¿Qué pasó? —preguntó. — Nada. — Ven —dijo señalando su cama, abriéndome espacio para que yo me acercara. Obedecí y me senté en el lado izquierdo de la cama. Estaban pasando una película romántica. — Quita eso —dije yo — ¿Por qué? A mí me gustan las películas románticas. — Ay, vale. — ¿Qué pasa pues? Cero ...
... maricoteo. Reí a carcajadas. Se puso serio (pero también era joda) después comenzó a hacerme cosquillas y forcejeamos unos segundos. Luego su cabeza quedó en mis piernas y yo recostado al espaldar de la cama. Comencé a acariciarle el cabello y seguimos viendo la película. Después siguió haciéndome cosquillas y le agarré el guebo duro, se lo apreté con todo y bolas. Eso lo dominó. Me soltó y se acostó en la cama. Luego comenzó a intentar agarrarme el culo, pero obvio no podía, puesto yo estaba sentado. — ¿De quién es este culito, ah? ¿De quién? ¿De quién? Hablaba como si estuviera hablando con un bebé. — Tuyo. ¿De quién más podría ser? — Eso espero. Que sea mío nada más. — ¿Ah, sí? Qué arrecho. — Ah, pues, solo cuido lo que es mío. — Tú sí que no tienes moral, chamo. — ¿Por qué, pues? — Hace nada estabas con una tipa besándote y bueno, quien sabe a cuántas más te coges y esperas que yo sea solo tuyo. — Eso es distinto, menor. — ¿Distinto? — A mí las mujeres me sobran. Es que si se me ofrecen ¿qué puedo hacer yo? Cogérmelas y ya. — Uyyy, te odio. —dije lanzándole una almohada. — ¿Y ahora qué dije? — Cállate. Chao. — ¿Y pa dónde cree que va usted? —sentenció parándose y colocándose frente a la puerta para no dejarme salir. — A mi casa. Ya picaron la torta y la gente ya va a comenzar a irse. — ¿Y a mí qué? — ¿Qué de qué? — ¿Crees que me vas a dejar así? —preguntó y me agarró una mano y la puso en su guebo. Estaba semi erecto. — Puede venir alguien. — No vale, no seas corta nota. No va a ...