TRADICIONALES AGUJEROS
Fecha: 11/04/2024,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: CARAMELO, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... mismo tiempo, no es así. Esas diez mujeres, son parte del tema durante cuatro o cinco años. No soy tan padrillo o semental como parece. Me tomo el tiempo…, o “mi tiempo” me hace tomármelo. La continuidad del relato se debe a que de esa manera ignoro los “tiempos muertos”.
Es lo que trato de hacerle entender a Ofelia. Lo único, más o menos simultáneo, es la historia de Ana Laura y su familia. Las múltiples “cariñosas amigas” de las que habla Ofelia, con la intención de ser una de ellas, sin duda, lo son en el lapso de cinco o seis años… ¡Pero la adorable criatura se hace la desentendida!
Luego de desestimar, durante el viaje, caricias varias, insistentes chupadas y mamadas, incluso llevando mi mano a su entrepierna, ante mi “resistencia”, totalmente suave y cariñosa, para que sepa que no me enojo ni me molesta, sino que quiero, antes que nada, que estudie y pueda ingresar a segundo año, junto con las chicas y chicos de su edad.
Por momentos fue una lucha absolutamente perdida por mi parte. No hice otra cosa que hacérselo más difícil, pero no imposible. En más de una oportunidad nos detuvimos, para mutuas mamadas y chupadas, incluso insistente utilización de las butacas, lo que la hacía poner contenta y activa.
-Sí, papito. Voy a estudiar un montón, pero si me hacés cariñitos voy a estudiar mucho más. – Me lo decía mientras, parada frente a mí, con los pies en las butacas, entre el volante y mi cuerpo, le chupaba la concha, tomándola de los glúteos, con un par de dedos ...
... en el culo.
Al fin llegamos un par de horas más tarde de lo que tardo cuando viajo solo. Habíamos comido en la camioneta para no detenernos demasiado. A eso de las tres de la tarde estábamos en casa. Dejamos los bolsos y hablé con Enriqueta. Ella sabía que vendría. Subimos un piso para saludarla. Una de las cosas que primero hacía cuando volvía a casa: saludar a Enriqueta…, y encamarme, si estaba disponible.
Nos recibió…, pero no sabía que vendría con Ofelia.
-Mi sobrina, la hija de mi hermana. - Por supuesto, no tengo hermana ni hermano, nada de eso, pero hay que disimular. De otra forma no sería creíble, nada sería creíble. Enriqueta sabía algo de lo que había pasado en ese pueblo. Ella hubiera querido estar allí, sin problemas, con quien tengas ganas y en cualquier momento. Lo ideal para los deseos y personalidad de Enriqueta.
Pero no le había realizado comentario alguno sobre la hija del ferretero. Ofelia, suficientemente “entrenada”, la saludó como si fuera la nueva tía. Queta se sintió muy grata. Contamos la historia del año perdido gracias a mi “cuñado”, que quería que la nena atendiera la ferretería. Todo bien, y le pedí que me pase las coordenadas de los profesores que conociera para esas materias. Como ella tiene una sobrina más o menos de la edad de Ofelia, supongo que su cuñada conocería a algunos, excepto matemáticas y física, que la preparo yo. Así quedamos…, disfrutando de un rico té con leche, galletitas dulces y masitas secas. El recibimiento de Queta ...