1. Emputecimiento (I): Alfredo


    Fecha: 23/11/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: eli{DS}, Fuente: CuentoRelatos

    ... “nueva” viene acompañada… malo, problemas a la vista y solo si estamos en época de falta de personal, Olga me pasa el recado. No suele gustarme pero luego os seguiré contando porque. Ahora me voy a mirar a la “extraña pareja”
    
    Es tan temprano que la barra está casi desierta. Solo han llegado la mitad de las chicas, casi siempre ocho en total y aun así teniendo que hacer virguerías (sin coña, je, je, je…) para entretener a los “cabritos” hasta que queda libre el único reservado del que dispongo. Sin embargo no hay mal que por bien no venga y lo pequeño del local hace que el roce sea casi inevitable.
    
    Solo hay tres de los clientes tempraneros. Los tranquilos. Vienen a tomar su copita antes del curro, a ponerse cachondos tocándole el culo a alguna chica mientras pasa y como quién no quiere la cosa y luego, a trabajar, bien calientes y a la espera de descargar sus pelotas en el primer descanso. O los que tienen chica “fija” y vienen a follársela antes de que lo haga otro hoy, vaya, lo que se dice en el argot: a estrenarla. En fin, cuestión de gustos...
    
    Pero volviendo a la extraña pareja, que hablo y hablo y luego me pierdo, ahí están, enfrente de la puerta, ella de espaldas. Con la poca luz y roja además, no hay Dios que pueda saber qué edad tendrá. Parece bien vestida, pero cubierta hasta casi los tobillos por un larguísimo abrigo de paño de lana, tampoco puedo asegurar nada. Por lo menos es morena, estoy hasta los mismísimos coj..., perdón, hasta las narices de rubias ...
    ... de bote. Con buena melena, al antiguo estilo, cayendo como una capa hasta debajo de los hombros, y unos taconazos de aguja de por lo menos ocho centímetros de largo. Eso me gusta.
    
    El sí está de frente. Lleva puesto una gabardina de buena tela y mejor corte. Más alto que ella y más que yo, quizás entre el metro setenta y siete y el metro setenta y ocho. No parece corpulento, ni duro tampoco. Desde luego, un policía no puede permitirse una gabardina como esa, aunque ahora...
    
    Yo diría que es un ejecutivillo de medio pelo. La trata con cuidado, como preocupándose de ella y se nota que tienen alguna tipo de relación íntima.
    
    - Tú, diles que estoy ocupado -le suelto a Olga-, que tomen lo que quieran por cuenta mía y que salgo en cuanto pueda.
    
    - ¡A tus órdenes! Jefe -me contesta ella con algo de sorna-.
    
    Esta Olga cada vez se me sube más a las barbas. Si no fuera porque se me ha hecho imprescindible y por qué con la edad uno se toma las cosas de otra manera, se hubiera ido más de un día bien calentita a su casa.
    
    Vaya mano que tiene la tía para llevar esto, con un buen par de ovarios. En realidad poco trabajo ya, simplemente hago acto de presencia, observo, hago como que controlo y firmo algún pago a proveedores. ¡Y que buena estaba la hija puta! Aún consigue ponerme cachondo, sobre todo cuando se rebota y me contesta como una fierecilla. Creo que por eso me gusta tanto buscarle las vueltas, je, je, je.
    
    Cuando llegó, hace ya... bueno mejor no pensar cuanto hace, ...
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