1. Emputecimiento (I): Alfredo


    Fecha: 23/11/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: eli{DS}, Fuente: CuentoRelatos

    ... -intento excusarme-.
    
    - Encantado, soy Pedro, ella es María, bueno, para mí Magda -intenta explicarme el marido, ahora a todas luces más suelto y confiado-, Magda de Magdalena. Se lo puse como nombre de esclava por María Magdalena, ya que María es su nombre real y como Magdalena espero que llegue a ser la mejor de las putas.
    
    Presto poca atención a lo que me dice, la verdad. En estos momentos me interesa mucho más mi nueva chica. El caso es que no parece tímida ni maleducada, sin embargo le alargo la mano y como si nada…
    
    - Señora... -insisto aparatosamente-.
    
    - Magda, ¡Saluda a Alfredo! -le ordena el marido-.
    
    - Mucho gusto, Señor -responde ella alargando su mano hasta la mía-.
    
    Por fin me ha mirado un momento. Me gustan sus ojos y el caso es que no parecen tan intimidados como creía. ¿Esto de mirar al suelo también será un mandato?
    
    - ¿Quiere otra cosa? Señora -insisto para romper la distancia-, no ha tocado su bebida.
    
    - No, gracias Señor -responde breve y concisa-.
    
    - ¡Porque esto salga bien! -exclamo mientras alzo el vaso de wiski en ademan de brindis-, chin, chin.
    
    Esta Olga, ya se ha quedado por aquí revoloteando a ver lo que caza. ¡Jodia portera!
    
    - Olga, vete a atender a las chicas -le suelto en tono disgustado-, ya te contaré yo lo que tengas que saber, vamos, ¡Aire!, ¡Aire! -y en cuanto se va continúo con el marido- Vamos al toro, Pedro. ¿Cuánto tiempo dice que quiere tener aquí a Magda? -y continuo hacia la nueva puta- Perdone, Señora, pero ...
    ... estas cosas hay que aclararlas y prefiero que este usted delante.
    
    - Una semana -me responde el marido-.
    
    - No abrimos los domingos -le aclaro por si las moscas-, ¿De lunes a sábado está bien?
    
    - Sí, es suficiente -contesta Pedro-.
    
    - Olga llega a las seis para abrir, -prosigo en plan aclaratorio- pero las chicas y los clientes no acaban de llegar hasta las ocho o más. Oficialmente cerramos a las dos, a las tres el sábado, pero es bastante normal que nos den las cuatro con clientes dentro. ¿Ella hará lo que usted le mande? -le pregunto al marido en referencia a su mujer.
    
    - A ver, ¿cómo ha pensado venir y volver a casa? -sigo con el cuestionario, más por ayudarle a él que por necesitarlo yo-. Tengo concertado un taxi que recoge a las chicas que lo desean por la tarde y las devuelve a sus casas de madrugada, pero no se lo recomiendo -sigo aclarándole-. Todas son unas cotillas, en esas dos horas de viaje harán la vida imposible a Magda.
    
    - Creo que para mayor seguridad y discreción, seré yo en persona quien la traiga y la recoja -responde Pedro-.
    
    - Bien -continúo explicándole al marido-, no hace falta que la traiga antes de las ocho, incluso de las nueve y no la acerque hasta la puerta, mejor déjela en la plaza. Ella puede venir andando sola, a esas horas no hay ningún problema y evitará así la curiosidad de estas cotorras -le digo mientras con la mirada recorro el local-. De madrugada es mejor que llegue hasta la esquina, puede llamar a Olga por el móvil y ella ...
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