1. Emputecimiento (I): Alfredo


    Fecha: 23/11/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: eli{DS}, Fuente: CuentoRelatos

    ... putas, sí, alquilando su coño, su boca y hasta su culo a todo el que esté dispuesto a pagar su precio, pero en su rostro y en sus gestos puede verse el orgullo de quien se siente totalmente satisfecho por el deber cumplido. ¡Ojala todas mis putas se sintieran mis esclavas!
    
    - Sí, mi AMO me lo ha explicado perfectamente, Señor -responde ella a mi pregunta-. Se lo que él quiere de mí y estoy dispuesta a complacerle, Señor -lo dice con tal determinación y seguridad que poco me resta por añadir-.
    
    - Pues todo aclarado -apostillo-, perdóneme la grosería, pero usted sabrá Señora lo que hace con su coño y con su culo.
    
    - Míos no, solo pertenecen a mi AMO, Señor -me suelta ofendida-.
    
    - No vamos a discutir eso, sean de quien sean -añado por precaución, intentando calmar los ánimos-. Pero sepa Señora, que aquí no puedo hacer distinciones, tendrá que comportarse como las demás, bastante cuesta mantener a todas en paz, para que venga una, por muy Señora que sea, a alborotar el gallinero.
    
    - Ya hemos hablado de eso -interviene su marido-, la he mandado que mientras esté aquí le obedezca en todo como si fuera yo mismo. De todas maneras le dejaré mi teléfono y a la más mínima queja tiene usted permiso para llamarme.
    
    Pues parece que vienen con la lección bien aprendida. Me gusta la idea de tenerla entre mis chicas, la tía tiene clase y esta como un tren. Seguro que se la rifan y además, es complicado que alguien como yo se pueda tirar a una pava como esa. ¿Este tío sabrá ...
    ... tratarla? El caso es que ella parece que come en su mano...
    
    - ¿Está entonces de acuerdo, Señora, en todo lo que me dice su marido? -pregunto-.
    
    - Él es mi AMO, Señor. Solo él tiene derecho a decidir sobre su esclava y lo que él disponga sobre mí, yo lo acepto con humildad y gratitud, Señor.
    
    - Pues no hay mucho más que hablar -añado ya algo más relajado-, en todo caso… del tema económico -y hago una pausa para observar la cara del marido-. Aquí la puta, porque dentro de estas cuatro paredes es lo que será, trabajará para mí. Yo participo en el, ¿Cómo ha dicho?, ¿Emputecimiento? de su mujer y a cambio las ganancias serán para mí. A ella, simplemente, le daré el diez por ciento de lo que consiga, más para que puedan llevar ustedes la cuenta de los servicios prestados que como salario. Solo espero que sepa comportarse y que esto no me traiga complicaciones. De eso tenemos aquí siempre de más.
    
    - No se preocupe por el dinero -me contesta el marido-, no es lo que me interesa, haga con él lo que más le plazca.
    
    - ¡De acuerdo entonces! -exclamo satisfecho-. Pero llevamos un rato hablando y aun no nos hemos presentado -añado para romper la dureza de la conversación-Olga, sirve al señor otro whisky, y también para mí. Señora, no ha tocado usted su bebida, ¿Quiere otra cosa?
    
    Voy a darle la mano al tío este, desde luego cojones no le faltan, y parece que a ella la tiene en un puño.
    
    - Soy Alfredo, dueño de este bar y aunque lo vean tan decrepito es una de las glorias locales ...
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