El harem de mujeres de Ana - Relatos Eróticos

El harem de mujeres de Ana

... apoyo.
Abrí la puerta aún limpiando me los ojos, y fue cuando la vi, vestida con un traje simple de la mujer maravilla que llenaba bastante bien, recuerdo que en ese momento sentí envidia, ¿Por qué no podía ser como ella? Pelo negro, ojos azules, una sonrisa permanente en la cara y un gran par de pechos a altura de mi cara, me sacaba una cabeza y media de estatura, más que nada por dos motivos, ella era alta, y yo muy pequeña de estatura.
Me quedé unos segundos mirándola, abrí la boca para hablar, pero nada salió de mi boca, entre la impresión que me dió, el no saber que decir y el nudo que sentía en la garganta, de mi boca no salió nada.
Agachándose un poco sonriéndome dijo —eres más pequeña de lo que creí bombón. —dijo antes de acariciar mi mejilla. Solamente atiné a asentir y bajar la mirada.
—vamos, te invito un refresco. —dijo abrazándome por los hombros y empezando a dirigirme.
Iba bastante cabizbaja, parte por la tristeza que aún acarreaba parte por la vergüenza que surgía de los sentimientos que está mujer generaba en mi. No era la primera vez que una chica me atraía, pero realmente todas las veces que había pasado había sido platónico.

Ambas terminamos sentadas en una jardinera de la zona abierta del evento. —no debería importarte ese tipo de comentarios, sobre todo con un disfraz tan bueno como el tuyo. —Dijo tomando un sorbo de su bebida.
—Lo se, me lo dicen mucho, pero no puedo evitarlo, no sé lo digo a nadie, pero realmente no me siento en lo más ...

... mínimo bonita. —le confesé, nunca me había sincerado de esa forma con nadie, así que su respuesta simplemente me dejó aún más impresionada con ella.
—a mi me pareces muy linda —dijo y cuando la voltee a mirar sus ojos estaban clavados en mi, en es momento sus ojos me parecieron un poco extraños, era una forma de mirar muy peculiar, mucho después empecé a reconocerlos y a identificar que significaban.
Nuevamente parece que paso bastante tiempo mientras nos mirábamos por qué ella fue la que hablo, —ay, que linda te sonrojaste. —dijo llevándose una mano a la mejilla y sonriendo. Rápidamente voltee a otro lado.
Para ese punto ya había olvidado incluso que estaba triste en primer lugar, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero de repente mi teléfono comenzó a vibrar, eran mensajes de mis amigas, decían que uno de los chicos vivía cerca y que las habían invitado a ir a su casa, así que los planes habían cambiado, pero realmente no quería ir con ellas, así que les dije que volvería a casa, que no se preocuparan por mi.

Le expliqué todo a mi nueva amiga, quien no perdió la oportunidad para hacer una oferta extraña. —podemos ir a mi casa a ver una película o algo, tengo auto, incluso puedo llevarte a casa mas tarde. —ofreció, se que no fue lo más inteligente que hice en mi vida, pero no tenía razones para negarme, ella había sido tan amable conmigo que simplemente me fue imposible decir que no, y fue así como me aventure al castillo.

Su auto era genial, de esos modelos antiguos ...